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Llevamos ADN de una tercera especie humana

Ya la conocíamos, Pero no sabíamos que formaba comunicado de nuestro linaje. Una nueva investigación publicada este miércoles en la gaceta «Nature» demuestra que Homo antecessor
, la misteriosa especie descubierta en 1994 en la sierra burgalesa de Atapuerca, no desapareció sin abandonar rastro, Sino más bien que nos dejó un legado genético. Su ADN se halla presente en algún porcentaje en todos nosotros, En este sentido tal como Asimismo lo está el de otros homínidos europeos extintos De La misma manera que los neandertales o los denisovanos. Lo ha revelado el análisis de un diente de 800.000 años de antigüedad, perteneciente a la compilación de fósiles de esta especie encontrada en el yacimiento de la gran Dolina, del que han podido recuperarse proteínas. El éxito es de por sí impresionante, En tanto que Se trata de uno de los Grupos de data genéticos más antiguos hallados Hasta la fecha, No obstante También confirma Ciertas sospechas y está dando otro giro a lo cual sabemos acerca de la evolución humana. Los resultados han sido obtenidos por científicos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) en colaboración con José María Bermúdez de Castro y María Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH-ICTS) y otros prestigiosos paleoantropólogos españoles. «Llevamos a la espera este trabajo cuatro años», asegura el codirector de Atapuerca, quien lamenta que las medidas de contención contra el coronavirus hayan impedido presentarlo Tal y como merecía. Todavía De esta manera, Bermúdez de Castro no esconde su entusiasmo. El Equipo que dirigía al lado de Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell se dirigió el que reveló la especie Homo antecessor. En 1997 propusieron que los fósiles de Gran Dolina pertenecían a una nueva especie del género Homo, sugiriendo a su vez que podía haber sido un ancestro común de neandertales y humanos modernos, una conclusión fundamentada en la morfología de los fósiles. Al fin y al cabo, la cara del chico de la enorme Dolina era idéntica a la nuestra. Su propuesta fue recibida con frialdad por sus colegas internacionales, que la consideraron «una osadía» de los investigadores españoles. ¿Un ancestro común en España y no en África? No podía ser. Ahí se quedó la historia hasta que hace cuatro años un joven investigador italiano que laburaba en Dinamarca, Enrico Capellini, se acercó a Bermúdez de Castro empeñado en buscar proteínas en los escombros de Homo antecessor. «Le di un pequeño trozo de diente, No obstante no debía ninguna esperanza de que pudiera quitar nada del esmalte por el hecho de que los escombros estaban muy fosilizados, parecían piedras», reconoce el paleontropólogo español. Una vez que unos meses acto seguido Capellini le dio la noticia de su descubrimiento, «me pareció insólito, A mí me quedé helado». Había conseguido determinar la secuencia de aminoácidos de los escombros de proteínas del esmalte dental. Luego, comparando esas secuencias con las que «leemos» en neandertales o sapiens, pudieron establecer su relación genética. En la base de la humanidad
Los resultados, conseguidos Mediante una técnica vanguardista de espectrometría de masas, ofrecen la información molecular más antigua obtenida hasta el instante, llegando mucho más atrás de lo que puede decirnos el ADN. Todo un hito, pues a causa a su degradación química a través del tiempo, el material genético humano más viejo recuperado hasta acto seguido apenas supera los 400.000 años. Curiosamente, de qué forma una de las proteínas obtenidas en el análisis es AMELY, que se codifica en el cromosoma Y, podemos saber que el diente era de un individuo masculino. Para Bermúdez de Castro, las consecuencias de este estudio son fundamentales A partir del punto de vista de la evolución humana. La identidad de Homo antecessor Al idéntico que especie diferenciada «se fortalece mucho más. Es una especie con todas y cada una las de la ley», dice. a su vez, las proteínas del esmalte del diente nos dice que estos antiguos homínidos de Atapuerca «son uno de nuestros ancestros, estaban en la base de una inédita humanidad emergente». Similar a nosotros Homo antecessor se caracterizaba por poseer una cara muy parecida a la del hombre anatómicamente moderno, con pómulos hundidos y un cráneo de más de 1.000 centímetros cúbicos, lo cual se acerca al tamaño del nuestro. Eran altos, alcanzando el 1,65 o bien 1,70 metros. «Si los viéramos en el metro, vestidos con ropa actual, nos llamarían la atención por su cara extraña y sus cejas prominentes, Sin embargo no saldríamos corriendo», afirma Bermúdez de Castro. Cazadores-recolectores, capturaban jabalíes y ciervos. De la misma forma practicaban el canibalismo, tal vez por disputas por el territorio. «Sabíamos que en nuestro genoma ‘frankenstein’ llevamos ADN de neandertales y denisovanos pues nos hibridamos con ellos, y en seguida sabemos que De la misma forma lo llevamos de H. antecessor, que está en la base de la humanidad», señala el estudioso. Otras especies humanas, De exactamente la misma forma que Homo erectus o bien el hombre de Flores se quedaron por el trayecto. El estudio de la evolución humana por proteínas viejas (paleoproteómica) seguirá en los cercanos años En medio el proyecto PUSHH (Palaeoproteomics to Unleash Studies on Human History), al que son propiedad de muchos coautores del estudio. «Es emocionante ser pioneros en la aplicación de un lugar innovador. Los próximos años se encontrarán llenos de sorpresas científicas», augura Martinon, directora del CENIEH. Del mismo modo que afirma Bermúdez de Castro, «es El inicio del futuro». Recreación del «antecessor» llamado niño de la enorme Dolina – Archivo
Nuestra cara, hace prácticamente un millón de años POR MARÍA MARTINÓN-TORRES, Directora del CENIEH (Centro Nacional de Investigación acerca de la Evolución Humana) La jornada de hoy nos asomamos a una hazaña científica en nuestro país. La gaceta «Nature» publica un estudio en el que se analiza el material biológico humano más antiguo hasta el instante. Con casi un millón de años de antigüedad, Versa de las proteínas conservadas en los fósiles de una especie humana descubierta hace un 4TO de siglo en la Sierra de Atapuerca y que los estudiosos bautizaban entonces con un nombre de tintes proféticos, Homo antecessor, «el pionero». Hoy, en el marco de una red europea de investigación molecular dirigida por la Universidad de Copenhaguen, España es pionera en la aplicación de la paleoproteómica al estudio de los fósiles humanos. Este sector emergente deberá Sin duda un impacto significativo en la manera de investigar nuestros orígenes. El pasado se investiga en seguida con las herramientas del futuro y en nuestra ansia por discurrir métodos con los cuales hacer hablar a los muertos, desarrollamos técnicas que hace 25 años hubiéramos calificado De La misma manera que de ciencia ficción. Para ciertos, la idea de progreso significa derribar y construir algo nuevo. La ciencia Si bien edifica acerca de los cimientos del pasado. Nunca, hasta En el momento en que se descubre que se estaba equivocado, se vuelve al punto de partida, y todos avanzamos con los pasos que otros dieron abriendo senderos o bien cerrando vías muertas. Sin embargo en un caso así es reconfortante ver que la ciencia ratifica las hipótesis planteadas cuatro décadas atrás. Los resultados de este estudio avalan la propuesta de que Homo antecessor está íntimamente relacionado con el origen de Homo sapiens y dos humanidades extintas con las que llegamos a disponer descendencia, neandertales y denisovanos. En su conjunto, el análisis de las proteínas También apoya la interpretación de que nuestra cara, en contraposición con la hacia más simiesca que hallamos en otros homininos, es en realidad una cara antigua, pues ya estaba presente en Homo antecessor. Este es el vértigo de los tiempos. Hay algo romántico en pensar que nuestro rostro, a continuación de todo, es un diseño vintage que ya se estilaba en los humanos que nos precedieron hace prácticamente un millón de años. Recuérdenlo al mirarse en el espejo.