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El mundo se enfrenta al grave dilema de saltarse pasos cruciales en el desarrollo de una vacuna en contra de COVID-19

Numerosos laboratorios de todo el mundo luchan estos días en una carrera contra reloj por conseguir una vacuna con la que detenerse la pandemia de coronavirus, que continua infectando un país Posteriormente de otro. Sin embargo probar que una vacuna funciona de manera segura es algo que puede llegar a ser dolorosamente lento. En un artículo aparecido hace Solo un par de días en «Science», se explica que en condiciones normales, los ensayos clinicos empiezan con un pequeño número de personas, que prueban la vacuna para comprobar sus posibles efectos secundarios y la forma en que responden los sistemas inmunes de quienes la reciben. De a poco, los voluntarios van aumentando y se acumulan en un gran estudio que concluye, al objetivo, probando la eficacia del fármaco, un proceso que en el caso del nuevo virus llevará Tal y como mínmo un año. No obstante, y al mismo tiempo que la pandemia avanza a un ritmo que muy pocos podían imaginar, se abre paso una propuesta provocativa y éticamente complicada, que consiste en eliminar Múltiples de los pasos habituales en el desarrollo de vacunas y ganar muchos meses de tiempo. Se trataría de administrar a las personas una vacuna experimental e infectarlas a continuación, a propósito, con el virus. Ayer mismo, un Equipo de investigadores de la Universidad de Pittsburgh anunciaba el éxito de una vacuna potencial en contra de el SARS-CoV-2. Probada en ratones, la vacuna producía anticuerpos específicos para el coronavirus en cantidades suficientes Tal como para neutralizarlo. Pero los científicos están luego esperando de percibir el correspondiente permiso de la FDA (Food and Drug Administration) para poder empezar su ensayo en humanos en los cercanos meses. Al menos un año de pruebas en pacientes
Louis Falo, uno de los autores de la vacuna, asegura que “las pruebas en pacientes Por norma general requerirían por lo menos un año, y posiblemente más. Pero esta ocasión en particular es diferente a cualquier otra cosa que hayamos visto, con lo que no sabemos cuánto tiempo llevará el proceso de desenvolvimiento clínico. Las revisiones anunciadas de los procesos normales sugieren, Si bien, que podríamos avanzar mucho más rápido”. La gaceta Science cita la ocación de Stanley Plotkin, de la Universidad de Pensilvania, que es la persona que desarrolló la vacuna contra la rubeola y está considerado Al idéntico que uno de los máximos expertos en el campo. Según este investigador, un ensayo de riesgo cuidadosamente diseñado podría ofrecer pruebas claras del valor real de una vacuna a una velocidad arrolladora. “Estamos hablando de 2 o bien 3 meses”, dice Plotkin, que trabaja en seguida en la publicación de un artículo en el que describe de qué manera habría que llevar a cabo el proceso de una manera totalmente moral.”Las personas que se enfrentan a un problema aterrador De exactamente la misma forma que es este -afirma el científico- optarán más Fácilmente por medidas inusuales. Tenemos que replantearnos nuestros prejuicios”. Desde hace más de dos siglos, sigue el artículo de Science, se han llevado a cabo estudios de riesgo en humanos, y algunos de ellos se siguen haciendo en la actualidad para la gripe, el dengue, el cólera y otras enfermedades infecciosas. Todos esos ensayos, por supuesto cuentan con cuidadosos diseños y se someten a las más exigentes revisiones éticas. Los inconvenientes de la COVID-19
Curiosamente, aun los investigadores que en seguida están llevando a cabo ese tipo de estudios se manifiestan en contra de hacerlos para el flamante coronavirus. Por servirnos de un ejemplo Matthew Memoli, un inmunólogo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. que lleva a cabo ensayos de influenza en humanos, señala que COVID-19 es tan nuevo que no está claro con qué frecuencia el virus enferma gravemente a las personas o las permite con complicaciones a largo plazo . “Cuando le vas a dar a alguna persona un virus a propósito -dice Memoli-es preciso entender verdaderamente la enfermedad para estar seguros de que lo que se está haciendo supone un riesgo razonable”. Myron Levine, Por su comunicado, estudioso especializado en vacunas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland y que lleva ya 40 años haciendo este tipo de ensayors de riesgo duda que en la situación de COVID-19 los ensayos tradicionales para la vacuna vayan a tardar tanto Al igual que se piensa. “Creo que nos vamos a mover muy, muy rápido”, opina este estudioso. Conforme su opinión, a causa al enorme número de nuevas infecciones que suceden por todas partes, los ensayos convencionales revelarán el valor de una vacuna prácticamente en exactamente el mismo tiempo que un estudio de riesgo. La solución, ¿en los jóvenes?
Pero Plotkin y otros defensores de esta clase de ensayos Además en la ocación del nuevo coronavirus tienen una opinión muy diferente. Según ellos, en efecto, los riesgos podrían reducirse reclutando Solo adultos jóvenes, entre 18 y 30 años de edad, que rara vez sufren síntomas graves. Y para reducir Aún más los riesgos, el ensayo podría usar una cepa de coronavirus obtenida de una persona con síntomas leves, un virus natural debilitado anteriormente en laboratorio o bien uno artificial, fabricado ex- profeso con algunos de los genes clave, De exactamente la misma forma que la proteína “spike” que posee el virus en su superficie, “cosida” en un Sólo virus diferente y También inofensivo. Esto, Según Plotkin, no revelaría si la vacuna resguarda realmente en contra de COVID-19 sintomático, No obstante los estudiosos, teóricamente, podrían determinar si es que redujo o no la capacidad del virus para copiarse. Levine y Memoli Asimismo están de contrato en que los riesgos de tales ensayos acelerados serían más aceptables si contáramos (y estuviera libre) con un medicamento eficaz para COVID-19. Y Seema Shah, una bioética de la Universidad Northwestern que Asimismo tiene serias dudas, dice que las escalas éticas podrían inclinarse a favor de estos experimentos si los voluntarios fueran personas ya preparadas para asumir algunos riesgos, Del mismo modo que los trabajadores sanitarios. “El público -dice la investigadora- no está familiarizado con esta clase de ensayos, que suenan completamente contradictorios y opuestos a la noción estándar de lo que se supone que deben hacer los médicos y los investigadores”. “Todos estamos pasando por estas emociones complicadas en este momento -añade Shah-. Y si es que vamos a hacer una excepción a la manera estándar en que hacemos las cosas, entonces tendremos que hacerlo verdaderamente bien”.