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El combate sin cuartel entre Descartes y Pascal para hablar sobre el vacío

En el siglo XVII la discusión entre la ciencia y el conocimiento se puede reducir artificiosamente a la oposición entre las posturas de Blaise Pascal (1623-1662) y las de René Descartes (1596-1650). Corría el año 1647, la Guerra de los Treinta años estaba a punto de finalizar, y estos dos titanes de la ciencia decidieron intercambiar sus puntos de vista en materia de ciencia y filosofía. El escenario elegido para tan grande ocasión se dirigió el convento parisino de los Mínimos. Indudablemente alguna, viajó uno de los mayores duelos intelectuales de la historia de la ciencia. Descartes había sobrepasado la sexta década de la vida y era toda una eminencia, su opositor era un veinteañero que pocos años atrás había sorprendido a la comunidad científica con la invención de la “pascualina”, la 1era calculadora de la historia. En aquellos momentos Pascal estaba inmerso en demostrar que en lo cual llamamos “nada” hay en realidad “algo”, A partir de un punto de vista físico, no meramente conceptual. Estaba empeñado en explicar que la presión atmosférica era la responsable del “horror vacui” de los cuerpos. Escepticismo ante a radicalidad El partido se prolongó En medio Múltiples horas, debió ser un combate sin cuartel a causa a que sus concepciones diferían tanto en la esfera científica Al idéntico que en la filosófica. Descartes –armado con florete- era el heredero de la sabiduría del humanismo, al tiempo que Pascal –auspiciado por un sable- era un jovencita atormentado que residía para sus ideas. Desgraciadamente, ninguno de Ambos nos abandonó en negro acerca de blanco el contenido de lo que allí se discutió, Pero dejaron constancia escrita de su odio. Jamás más volverían a buscarse. Descartes diría que Pascal debía “demasiado vacío en la cabeza”, en clara alusión a los estudios atmosféricos que estaba realizando. A su vez, en “Pensamientos”, la gran álbum filosófica de Pascal, se referiría a su contrario Al semejante que un “inútil y Además incierto”. “El corazón tiene razones que la razón ignora” diría más adelante Pascal, adelantándose cuatro siglos a la concepción de que el corazón es un órgano dotado de neuronas –concentra casi 40.000- y un sistema nervioso independiente. Pero no viajó su única aportación, se dirigió uno de los primeros en plantear la existencia del vacío y en definir el concepto físico de presión –la relación entre la fuerza y la unidad de superficie-. Touché para Descartes
Desde su más tierna niñez Pascal tuvo una salud enormemente delicada, sufrió frecuentes dolores de cabeza, trastornos intestinales y extrañas fobias (no toleraba bañarse ni ver cómo sus padres se abrazaban). Su constitución enfermiza le acompañó Durante su corta vida. Se dirigió precisamente esta endeble salud la que le obligó a solicitar ayuda a uno de sus cuñados –Florin Périer- para demostrar fehacientemente sus ideas. En 1648 –el año en el que se firmó la paz de Westfalia- le hizo ascender las laderas volcánicas del Puy-De-Dome, en Auvernia (Francia) con dos barómetros de Torricelli. Al subir los 3.200 pies de altura el nivel de mercurio, tal y Del mismo modo que había sospechado el científico, descendía paulatinamente. De este modo Pascal acaba de echar por tierra la idea defendida por Descartes de que el espacio estaba lleno de éter sin masa. En recuerdo a este hallazgo, el pascal (Pa) es actualmente la unidad de presión del Sistema Internacional de Unidades. Para finiquitar, nos quedamos con una de sus reflexiones: “vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa”. Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (La capital española) y intérprete y escritor de Varios libros de divulgación
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