Los comienzos que rigen la visión de insectos y crustáceos actuales surgieron hace al menos 429 millones de años, mucho Antes de que apareciera el 1er mamífero sobre la Tierra o bien que se extinguieran los dinosaurios. Ésta es una de las conclusiones de un estudio publicado últimamente en «Scientific Reports», que ha revelado la estructura interna de un ojo fosilizado de trilobites, mostrando que es casi idéntica a la de los ojos compuestos de las abejas actuales. Un grupo de investigadores, liderado por Brigitte Schoenemann, utilizó la microscopía digital para analizar un fósil de trilobites descubierto en 1846 en la República Checa. Versa de un ejemplar de Aulacopleura koninckii de poco más de un centímetro de largo en el que se ha podido observar con gran dato la estructura de sus ojos compuestos, en la comunicado posterior de su cabeza. Los autores han detallado la disposición de Múltiples estructuras similares a las de ojos compuestos de insectos y crustáceos actuales. Entre éstas resaltan los omatidios, orgánulos de 35 micrómetros de diámetro (un micrómetro es la milésima comunicado de un milímetro) que contienen paquetes de células fotosensibles, dispuestas cerquita de de un tubito transparente que recibe El nombre de rabdoma. Después de observar su disposición, han propuesto que cada uno de estos omatidios estaba rodeado por una barrera de células pigmentadas. Los creadores Creen que encima de ellas había una gruesa lente y un cristalino plano, a través del que la luz pasaba para ser enfocado hacia el rabdoma. Un ejemplar del trilobites «Aulacopleura konincki» Destacan sus dos ojos compuestos – Dwergenpaartje
Reconstruyendo la vida del trilobites
La naturaleza de estas estructuras, y en singular el diámetro de las lentes, les han llevado a sugerir que A. koninckii vivía en aguas superficiales y que quizá estaba activo A lo largo del día. Las barreras de células pigmentadas indican que el trilobites tenía una visión en mosaico en el que cada unidad contribuía De la misma forma a construir una imagen, de manera idéntico a lo cual ocurre en los ojos compuestos de insectos y crustáceos actuales. Por consiguiente, los investigadores han concluido que sus hallazgos refuerzan la noción de que muchos ojos compuestos han permanecido inalterados A partir de el Paleozoico, un período geológico acontecido entre los 542 y los 251 millones de años de antigüedad.