Ir al contenido

Los jóvenes «de Hoy en día» Siempre y en toda circunstancia y en toda circunstancia y en toda circunstancia han sido peores que los de Antes

«Ahora los chicos aman el lujo. Tienen malas maneras, desprecian la autoridad; no respetan a los mayores y prefieren la cháchara al ejercicio». Las personas mayores afirmamos cosas tales con frecuencia. No es algo nuevo: se han dicho, al menos, Desde el momento en que tenemos registros escritos de lo que pensaban nuestros antepasados. La cita entrecomillada con la que se abre este publicación se atribuye a Sócrates. Si eso fuese cierto, si los jóvenes fuesen cada vez más disolutos, mas irrespetuosos, más holgazanes o bien más alocados, por citar Sólo algunos defectos que se les acostumbran a atribuir, la juventud –y con ella el resto de la humanidad–, habría degenerado de una manera difícilmente soportable. Algo falla en esas valoraciones. Una investigación, cuyas conclusiones se dieron a conocer en 2019, abordó este asunto al indagar sobre el fenómeno denominado »efecto La jornada de hoy en día» (these days effect, en inglés). Para ello se analizó la opinión de las personas mayores sobre de qué manera han evolucionado tres rasgos Desde nuestros años mozos hasta la juventud de El día de hoy en jornada. Los rasgos son: el respeto a las personas mayores, la inteligencia y el gusto por la lectura. La conclusión general del estudio es que hay, efectivamente, una propensión general a hablar mal de la juventud en lo relativo al respeto a los mayores y el gusto por la lectura. Además hay una tendencia a valorar de manera negativa a la gente joven en aquellos rasgos en los que uno Subraya o cree mencionar, algo común a los tres rasgos investigados. En el momento en que una persona adulta es muy respetuosa con la autoridad, tiende a pensar que la gente chica de ahora respeta a los mayores menos que los jóvenes de su temporada. Lo mismo ocurre con la inteligencia y con la afición a leer. El efecto es tan específico de cada rasgo por el hecho de que, por poner un ejemplo, alguna persona muy aficionado a la lectura Sin embargo que valora poco la autoridad no tiende a pensar que los jóvenes de Hoy en día no respetan a los mayores De exactamente la misma forma que se les respetaba Antes. En otras palabras, ese «efecto El jornada de hoy en día» no consiste en una minusvaloración o mala opinión general de la juventud, Sino más bien que se circunscribe a dominios relativamente específicos. Ubicar fallos, proyectar cualidades
Los autores del trabajo identificaron dos mecanismos que subyacen al efecto. Por una parte, observaron que quienes distinguen en algún rasgo tienen propensión a percibir los fallos en ese mismo rasgo de los demás, tanto en los jóvenes Al igual que en los adultos. Por otra parte, tienden a proyectar sus características actuales hacia el pasado, incurriendo en el fallo de pensar que En el momento en que eran jóvenes tenían las mismas virtudes o rasgos favorables que en el presente. Por eso se comparan tal y Al idéntico que se ven a sí mismos Hoy con los jóvenes, sin caer en la cuenta de que ellos no son en seguida Del mismo modo que eran hace cuarenta años. Este mismo sesgo ha podido estar actuando A lo largo de milenios, con todo lo que ello implica. Si es que llevamos siglos valorando de forma negativa a los jóvenes «de Hoy en día», es muy improbable que los mayores dejemos de hacerlo en adelante. Por esa razón, en la fecha oiga a sus familiares, colegas o bien, incluso, se descubra a sí mismo diciendo que los jóvenes de ahora son indisciplinados, no respetan a sus mayores, no leen, llegaban peor preparados a la universidad, o bien cosas semejantes, Antes de asentir o bien de continuar con la diatriba piense que eso mismo decían los griegos hace casi veinticinco siglos. Juan Ignacio Pérez Iglesias es Catedrático de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
<img src=”https://counter.theconversation.com/content/143932/count.gif?distributor=republish-lightbox-advanced” alt=”The Conversation” width=”1″ height=”1″ style=”border: none !important; box-shadow: none !important; margin: 0 !important; max-height: 1px !important; max-width: 1px !important; min-height: 1px !important; min-width: 1px !important; opacity: 0 !important; outline: none !important; padding: 0 !important; text-shadow: none !important” /> Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.