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¿Por qué las hormigas no se matan Una vez que caen Desde muy alto No obstante nosotros sí?

La suerte sonrió a la azafata yugoslava Vesna Vulovic el 26 de enero de 1972. Al día siguiente su imagen se convirtió en la portada de La mayor parte de los rotativos internacionales, su hazaña consistió en sobrevivir a una caída, sin paracaídas, A partir de más de diez mil metros de altura –más de tres mil trescientos pies-. En aquellos instantes tenía veintiún años y se dirigió la única superviviente del vuelo 367 JAT -que realizaba el tramo Estocolmo-Belgrado- Entonces de que una bomba de maletín atravesara el compartimento de equipaje y derribara el aeroplano. Después de el incidente la auxiliar de vuelo sufrió fracturas de cráneo, vértebras, fémur, costillas y pelvis, lesiones que la provocaron una parálisis transitoria de los integrantes inferiores. No obstante, y en contra de todo pronóstico, Tras un largo periodo de convalecencia pudo recuperarse por completo y la única secuela que le quedó de aquel terrible accidente se dirigió una leve cojera. Nuestra velocidad terminal es de 200 Km/h
Vesna aparece en el libro Guinness de los Records pues su caso se dirigió en realidad excepcional, En tanto que los seres humanos, De exactamente la misma manera que La mayor una parte de los animales de gran tamaño, somos incapaces de sobrevivir a caídas A partir de grandes alturas. La gravedad hace que un objeto que cae al vacío tenga una aceleración constante de 9,81 m/seg^2, en otras palabras, un objeto cae 35,32 Km/h más rápido que el segundo anterior. Si la caída se desencadena Desde un avión, la resistencia del aire es cada vez mayor a medida que la velocidad de caída aumenta, hasta un punto en que es capaz de contrarrestarla y la velocidad se vuelve constante. En la fecha en el que esto ocurre se dice que el objeto ha alcanzado la velocidad terminal. Para el Homo sapiens la velocidad terminal de caída libre es de unos doscientos kilómetros a la hora, que se alcanza en menos de seis segundos –a unos 145 metros-. Si es que la caída es de pie o bien de cabeza es posible llegar a lograr los trescientos kms por hora. Parece evidente que si es que se incrementa la resistencia se Precisa mayor energía para empujar el aire fuera de nuestro sendero, un fenómeno que conocen verdaderamente bien los paracaidistas, que adoptan en sus descensos una posición de ardilla voladora (Pteomys volans), con el cuerpo extendido hacia afuera. La velocidad terminal de la hormiga es de 6 Km/h
El tamaño y la manera son factores determinantes de la velocidad terminal. Galileo Galilei reveló que en el horario el ancho de un cuerpo se duplica, el área de su superficie se multiplica al cuadrado y el volumen al cubo. Esto se traduce en que cuanto mayor sea un objeto, menor será la relación entre su superficie y su cantidad. Los seres humanos tenemos una superficie relativamente pequeña en comparación con nuestro cantidad, al paso que para los animales muy pequeños, Al parecido que las hormigas, la gravedad es insignificante, Porque tienen una gran relación entre su superficie y su volumen. Esto explica que para una hormiga la velocidad terminal sea de tan Sólo 6 Km/h, la cual se alcanza en una caída libre de dos metros de altura. Por esta razón, a una hormiga «le da igual» caer A partir de dos metros y medio, que Desde doscientos cincuenta metros Porque, en Los dos casos, no llegará al suelo a más de seis kms por hora. La causa de la muerte no Siempre y en toda circunstancia y en todo momento y en toda circunstancia es la misma
En un estudio, llevado a cabo por investigadores norteamericanos, entre las personas que se suicidaron al lanzarse A partir de el Golden Gate de San Francisco –la velocidad de impacto contra el agua es de 120 Km/h- se llegó a la conclusión de que las causas más frecuentes de exitus eran las contusiones pulmonares, la rotura cardiaca o bien de los grandes vasos sanguíneos, en La mayor parte de los casos debido al impacto con una costilla fracturada. Más tarde, se concretó un estudio en Hamburgo (Alemania) que determinó que tres cuartas partes de las víctimas fallecían en los primeros segundos o minutos Tras impactar con el suelo. El aterrizaje menos afortunado era el craneal, una postura que se provoca en La mayoría de las precipitaciones bajas –inferiores a diez metros- o bien altas –superiores a los veinticinco-. M. Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Sanatorio de El Escorial (La capital española) y músico y escritor de Varios libros de divulgación.