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Cuando el presidente de USA era arqueólogo, inventor y filósofo

El Monumento Nacional Monte Rushmore es un complejo escultórico y monumental tallado en una montaña de granito que se halla ubicado en el estado de Dakota del Sur. Allá aparecen los rostros -de dieciocho metros de altura- de cuatro presidentes estadounidenses: George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln. La verdad es que Thomas Jefferson (1743-1826) se ganó a pulso formar comunicado de ese faraónico monumento, En tanto que viajó uno de los padres fundadores de Estados Unidos y el tercer presidenta de la nación. No obstante También, y acá está su faceta más desconocida, viajó un hombre renacentista y un inventor enormemente fructífero, Pese a que por medio de su vida no alcanzó a patentar ninguna de sus creaciones. Padre de la arqueología norteamericana
Su energía era infinita y en más de una ocasión alardeó en público de que, en cincuenta años de vida, el sol jamás le había sorprendido durmiendo en la cama. Este personaje tan fuerte mostró un gran interés por la ciencia, Normalmente, y por la naturaleza, en particular. Algunos científicos le consideran el padre de la arqueología norteamericana, Porque Tras ejecutar Múltiples excavaciones en el estado de Virginia observó, y En este sentido lo abandonó recogido en sus escritos, que la estratigrafía de un túmulo funerario de nativos americanos era fundamental para determinar la antigüedad de los huesos localizados. Máquina para encriptar mensajes
Una de sus invenciones más curiosas se dirigió el soporte giratorio de libros. Tal vez, ahora pueda parecernos un invento irrelevante, Pero hay que poseer presente que en el siglo dieciocho la única manera de adquirir conocimientos eran los libros. a su vez, y aquí probablemente estriba la verdadera innovación, el atril diseñado por Jefferson permitía mostrar Varios libros abiertos simultáneamente, lo que debió ser una verdadera delicia para los bibliófilos de la época. Salvando las distancias, este invento equivaldría a las pestañas que vamos dejando «abiertas» progresivamente En tanto realizamos nuestras búsquedas en internet. Jefferson De la misma forma puso su inventiva al servicio del ejército. Para codificar mensajes cifrados con cierta facilidad, Sin embargo que al mismo tiempo no pudiesen ser descifrados por las huestes enemigas, diseñó una rueda de cifrado. Se trataba, básicamente, de un pequeño dispositivo de forma circular y compuesto por treinta y seis discos de madera, dispuestos de forma axial. Cada uno de los discos contenía las letras del alfabeto en un orden diferente y uno de ellos hacía las veces de «llave», para permitir la lectura bajo un cifrado fijo. De la máquina de macarrones al montacargas
En un escenario más prosaico, Jefferson fue el creador de una curiosa máquina para procesar macarrones. Básicamente, se trataba de un tablero con Varios agujeros distribuidos a su cerquita de que, Después de girar una manivela, elaboraran una pasta curva y hueca. Con este artilugio se automatizaba el proceso, agilizando la fabricación de la pasta y aumentando la rentabilidad del negocio. Los últimos años de su vida los pasó en su finca de Virginia —a la que bautizó Tal y como Monticello—. La casa fue su enorme obra maestra, a la que se consagró en cuerpo y alma, no Solo en su diseño Sino que También en la construcción. El edificio —actualmente un museo abierto al público— se dirigió declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y tenía habilitado un montacargas para subir los licores y las botellas de vino A partir del sótano hasta la cocina. De idéntico manera, En medio un mecanismo rotativo la comida pasaba A partir de los fogones hasta el comedor. Todas y cada una estas conquistas creativas apenas son conocidas por el gran público, Ya que acudieron ensombrecidas por las habilidades de Jefferson en el terreno diplomático. Al final de sus días, solicitó a sus familiares y amigos que Una vez que falleciese en su epitafio tan Solo se recordasen tres de sus logros: «Autor de la Declaración de Independencia estadounidense; del Estatuto de Virginia para la libertad religiosa y padre de la Universidad de Virginia». Y es que la modestia, dicho sea de paso, se dirigió otra de sus grandes virtudes. Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y intérprete y escritor de Múltiples libros de divulgación.