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El 1er mundo descubierto cerquita de de una enana blanca nos muestra el destino del Sistema Solar

En apenas unas décadas, los científicos han descubierto ya alrededor 4.000 planetas cerca de de otras estrellas, y la cifra permanece aumentando jornada Tras jornada. Se han encontrado ya goles mundos “ahí fuera” que los astrónomos han iniciado a clasificarlos por tipos o bien familias. Por presunto, los que más nos interesan son los que se semejan a la Tierra: planetas sólidos, con temperaturas que permitan la existencia de agua líquida y, a su vez, en órbita de estrellas amarillas y estables, Del mismo modo que el Sol. En seguida bien, ¿cuántas estrellas afines al Sol hay en la Vía Láctea? Según las estimaciones más próximos, alrededor de diez mil millones, una chiquita una parte del total de estrellas de nuestra galaxia (entre 100.000 y 400.000 millones), No obstante Aún De esta manera una volumen muy considerable. De ellas, la observación nos dice que una de cada tres (estrellas del mismo tipo que el Sol) cuenta con sistemas planetarios. En otros términos, que Sólo en la Vía Láctea deben existir por lo menos unos 3.000 millones de estrellas del tipo Sol con sistemas planetarios similares al nuestro. En suma, miles de millones de planetas. Abocados a una muerte segura
Pues bien, todos esos soles parecidos al nuestro morirán, destrozando en el proceso a sus sistemas planetarios y dejando Tras de sí rescoldos ardientes famosos Del mismo modo que “enanas blancas”. El proceso, en resumen, sería el siguiente: El Sol, y las estrellas que se le parecen, están quemando hidrógeno en su horno nuclear, creando helio al mismo tiempo. La gran energía liberada por la fusión sirve para eludir que la gravedad aplaste a la estrella, llevándola al colapso. No obstante la reserva de hidrógeno no dura para Siempre y en toda circunstancia y en todo momento y en todo momento. Nuestro Sol, por servirnos de un ejemplo, ha quemado ya la mitad de esa reserva En medio sus 5.000 millones de años de existencia, y le queda lo suficiente Tal y como para aguantar otros 5.000 millones de años más. Si bien al terminante, inevitablemente, el hidrógeno se terminará, el horno se apagará y la gravedad, implacable y ya sin nada que se le oponga, empezará a comprimirlo con una fuerza irresistible. No obstante, incluso en ese momento, no todo el “combustible” se va a haber gastado. Alrededor del núcleo ya apagado, en efecto, continuará habiendo remanentes de hidrógeno y la fusión, Aunque en una escala mucho menor, proseguirá produciéndose. Lo cual tendrá unas consecuencias dramáticas. Impulsado por esa energía sobrante, y aplastado al mismo tiempo por una gravedad creciente, el Sol expulsará con violencia al espacio sus capas externas. Visto A partir de fuese, nuestra estrella parecerá estar hinchándose de forma desmedida, Tal como un inmenso globo incandescente. Su tamaño crecerá tanto que terminará por “engullir” a Mercurio, Venus y tal vez Además a la Tierra. Una vez que el proceso haya terminado y las capas expulsadas se diluyan en el espacio, lo poco que quede de la estrella quedará expuesto: un rescoldo blanquecino, no mayor que la Tierra, que se seguirá enfriando lentamente A lo largo de muchos miles de millones de años. Va a haber nacido una enana blanca. En este escenario, está claro que los planetas más recientes al Sol habrán sido inevitablemente destruidos. ¿Pero qué está pasando con el resto, con los planetas más alejados? Marte, Júpiter, Saturno, Urano… ¿Podrían sobrevivir a la catástrofe? ¿Seguirá existiendo un Sistema Solar Cuando el Sol se transforme en una enana blanca? El primer superviviente
Lo cierto es que no lo sabemos, pues jamás se ha encontrado cerquita de una enana blanca un planeta que haya podido sobrevivir al proceso. Hasta ahora. En un artículo recién publicado en Nature, en efecto, Andrew Vanderurg, de la Universidad de Texas (actualmente en la de Winsconsin-Madison) y al frente de una colaboración internacional de astrónomos, ha informado del hallazgo del 1er exoplaneta encontrado alrededor de uno de estos remanentes estelares. Uno que Sin duda logró sobrevivir a los dramáticos cambios sufridos por su estrella y cuyo hallazgo supone, Asimismo, la posibilidad de “echar un vistazo” al destino de nuestro propio Sistema Solar. El descubrimiento se llevó a cabo con el telescopio espacial TESS, de la NASA, especializado en la “caza” de planetas, en combinación con dos grandes telescopios terrestres en el observatorio de Canarias. El flamante mundo, más grande que nuestro Júpiter, se encuentra a unos 80 años luz de distancia (bastante cerca en términos astronómicos) y orbita a enorme velocidad y extraordinariamente cerquita de su estrella, denominada WD 1856+534. Ni que decir debe el sistema no tiene nada que ver con ningún otro visto hasta entonces, y que viola todas y cada una de las convenciones establecidas acerca de estrellas y planetas. La enana blanca, que Al parecido que se ha dicho es lo que queda de una estrella que viajó muy parecida al Sol, apenas si tiene el tamaño de la Tierra y es mucho más chiquita que su propio mundo, que gira a su cerca de una vez cada 34 horas. Su año, pues, equivale a poco más de un día terrestre (1,4 días). En comparación, Mercurio, que es el mundo de nuestro sistema más cercano al Sol, tarda 90 días en llenar una órbita a su alrededor. “Nunca Ya antes habíamos visto que un mundo se acercara tanto a una enana blanca y sobreviviera -explica Vanderburg-. Es una agradable sorpresa”. La afición del científico por las enanas blancas viene de muy atrás, Desde la fecha en que en su etapa de Pupilo se topó con una enana blanca que estaba rodeada por una nube de escombros. “Al final, terminamos descubriendo que se trataba de un mundo menor o bien de un asteroide que estaba siendo destrozado justo Entre tanto observábamos, lo que fue en realidad excelente. El planeta estaba siendo destruido por la estrella Tras que su transición a enana blanca alterara su órbita y le hiciera caer de manera directa hacia ella”. Desde entonces, Vanderburg se ha estado preguntando si es que los planetas, especialmente los más grandes, podrían sobrevivir a esa violenta transición estelar. Un hallazgo histórico
Mientras escaneaban los datos de miles de enanas blancas recopilados por TESS, los estudiosos detectaron una estrella cuyo brillo se atenuaba más de la mitad (un 56%) aproximadamente día a día y medio. Lo cual era una señal de que algo muy grande estaba pasando periódicamente frente a la estrella a enorme velocidad. No obstante el brillo de una estrella próxima hacía difícil interpretar los datos de TESS, por lo cual los astrónomos decidieron complementarlos con los conseguidos por Múltiples telescopios terrestres de mayor Resolución, incluyendo a tres que estaban dirigidos por astrónomos hinchas. “Una vez que el deslumbramiento estuvo bajo control -explica Vanderburg- obtuvimos en una sola noche datos mucho más limpios que los de un mes entero de observaciones A partir de el espacio”. En verdad, al ser las enanas blancas mucho más pequeñas que las estrellas normales, los grandes planetas que pasan frente a ellas bloquean gran una parte de su luz, lo cual hace que la detección sea más sencilla Desde telescopios terrestres. Finalmente, los información revelaron que un planeta algo más grande que Júpiter orbitaba extraordinariamente cerquita de su estrella. El Plantel de Vanderburg piensa que en origen el mundo estaba mucho más lejos de la estrella y que se trasladó a su órbita vigente luego de que la estrella se transformara en enana blanca. La próxima pregunta llegó enseguida: ¿Cómo pudo este mundo sobrevivir Durante esa agitada transición estelar? A partir de luego, lo cual los científicos estaban viendo no encajaba con ninguno de los modelos existentes. Para tratar de resolver el misterio, los estudiosos llevaron a cabo una serie de nuevas simulaciones. En ellas se aprecia que en el horario la estrella original se quedó sin combustible, se expandió hasta convertirse en una gigante roja, engullendo a los planetas más recientes y desestabilizando las órbitas de los que pudiera haber más lejos. Eso hizo que el planeta semejante a Júpiter tomara una órbita exageradamente ovalada, pasando muy alrededor la enana blanca, ya encogida, No obstante Asimismo llevándolo periódicamente muy lejos en cada vértice de su órbita. A lo largo de eones, la interacción gravitacional entre la enana blanca y su planeta dispersó lentamente la energía, lo cual Por último llevó al mundo a una órbita circular estrecha que Solo Necesita un jornada y medio para completarse. El proceso llevó tiempo, tal vez Varios miles de millones de años. En verdad, esta enana blanca particularmente es una de las más viejas observadas por TESS. Tiene casi 6.000 millones de años, tiempo más que de sobra para ralentizar a su enorme mundo asociado. ¿Posibles mundos habitables?
Aunque en el interior de las enanas blancas ya no hay fusión nuclear, siguen liberando luz y calor a medida que se van enfriando lentamente. Y es aun posible que un planeta adecuado y que esté lo suficientemente cerca pueda llegar a poseer elementos, De esta forma tal y como el agua, precisos para la vida. En seguida que se ha confirmado que estos extraños sistemas solares existen verdaderamente, los científicos disponen de una inédita y tentadora oportunidad para buscar otras maneras de vida. La estructura única de estos sistemas planetarios “enanos blancos” brinda, en efecto, una oportunidad ideal para estudiar las firmas químicas de las atmósferas de los mundos en órbita, una manera de buscar señales de vida a distancia. En palabras de Vanderburg, “creo que la parte más emocionante de este trabajo es lo cual significa tanto para la habitabilidad Normalmente De este modo tal y como para nuestra capacidad de descubrir pruebas de esa habitabilidad”.