Ir al contenido

Descubren que la peste se transmitió cada vez más rápido en Europa En medio 300 años

Después de investigar detenidamente miles de documentos históricos que abarcan un periodo de 300 años de brotes de peste en Londres, un Plantel de estudiosos de la Universidad McMaster, en Canadá, ha llegado a la conclusión de que la enfermedad, en sitio de disminuir, se viajó transmitiendo cada vez más deprisa en cada sucesiva oleada. En verdad, se propagaba hasta cuatro veces más rápido en el siglo XVII que en el XIV. El hallazgo, recién publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, muestra una sorprendente aceleración en la transmisión de la peste negra de 1348, que se estima que terminó con más de un tercio de la población de Europa, y las epidemias siguientes, que culminaron con la enorme Plaga de 1665. Los investigadores comprobaron que en el siglo XIV la cantidad de personas infectadas en un Solo brote se duplicaba más o menos cada 43 días. En el siglo XVII, Sin embargo, los enfermos se duplicaban mucho más deprisa, cada 11 días. «Hay una diferencia asombrosa en la rapidez con la que crecieron las distintas epidemias de peste», asevera David Earn, cantautor primordial del estudio. Earn y su Plantel, que añade a estadísticos, biólogos y genetistas evolutivos, estimaron las tasas de mortalidad Mediante el análisis de información históricos, demográficos y epidemiológicos de tres fuentes: testamentos personales y últimas voluntades, registros parroquiales y los bandos de mortalidad en Londres. Por supuesto, no se trataba Solo de disponer los fallecidos, En tanto que no existieron registros oficiales hasta 1538, Sino de sacar data de los documentos consultados para establecer cómo la plaga se iba extendiendo por la población. «En aquel momento -dice Earn- las personas Por norma general escribían testamentos por el hecho de que se estaban muriendo o temían morir de forma inminente, por lo que planteamos la hipótesis de que las fechas de los testamentos serían un buen indicador de la propagación del miedo y, en consecuencia, de la muerte misma. Para el siglo XVII, En el momento en que aparte de testamentos ya había registros de mortalidad, comparamos lo cual se podía inferir de cada fuente por separado y encontramos exactamente las mismas tasas de aumento. Absolutamente nadie que viviera en Londres en el siglo XIV o en el XVII podría haber imaginado de qué manera esos registros iban a usarse cientos de años a continuación para entender la propagación de enfermedades». Estudios genéticos precedentes ya habían identificado a Yersinia pestis Del mismo modo que el patógeno causante de la peste, No obstante eso no decía mucho sobre la transmisión de la enfermedad. «A partir de la patentiza genética -dice Por su lado Hendrik Poinar, coautor de la investigación- tenemos buenas razones para creer que las cepas de la bacteria responsable de la peste cambiaron muy poco A lo largo de este periodo de tiempo, por lo que el nuestro es un resultado fascinante». La velocidad estimada de propagación de estas epidemias, junto con otras informaciones sobre la biología de la peste, sugiere que Durante esos tres siglos la bacteria responsable no se propagó eminentemente a través del contacto de persona a persona, Sino más bien que Mediante las picaduras de pulgas infectadas. Los investigadores Creen que la rápida aceleración en la transmisión podría explicarse con la densidad de población, las condiciones de vida y las temperaturas cada vez más frías en una Europa que, precisamente en el siglo XIV, empezaba a padecer los efectos de una «pequeña edad de hielo» que duraría hasta bien entrado el siglo XIX. Los científicos, También, Creen que los patrones de transmisión de estas epidemias de peste ofrecen valiosas lecciones para entender otras pandemias modernas, incluido la de Covid-19.