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Dos monstruos mitológicos que se colaron en la ciencia

El estrecho de Mesina separa Sicilia de la Italia peninsular, conectando el mar Tirreno con el Jónico, distando en su comunicado más angosta apenas tres kilómetros. En la región más septentrional, en la zona calabresa, hay una ciudad con reminiscencias mitológicas denominada Scilla. Por curioso que pueda parecer El nombre de esta urbe está hermanado, al menos mitológicamente, con un asteroide perteneciente al cinturón de asteroides, denominado Carybdis. Dos monstruos marinos
En la antigüedad el océano -Okeanós- se entendía Al idéntico que una gran corriente o bien serpiente que circundaba el planeta y acerca de la cual flotaba la ecúmene -oikumene-, la comunicado habitada de la Tierra. Para los griegos la extensión oceánica era tan inmensa que llegaba hasta el mundo de los fallecidos y en ella merodeaban todo tipo de criaturas enormes y terroríficas. Entre estos monstruos se encontraban Escila y Caribdis. La 1era aullaba Del mismo modo que cual perro indefenso A partir de su gruta, horadada en una roca; su aspecto era terrible, con doce patas pequeñas y deformes, y seis largos cuellos cuyas cabezas terminaban en bocas con triples filas de dientes. En la ciudad de Scilla hay unos bellos y majestuosos acantilados, los que servían, Según la tradición, de morada al personaje mitológico. Por su comunicado, Caribdis, que en griego viejo se puede traducir por succionador, era un horrible monstruo marino que tragaba enormes cantidades de agua tres veces al jornada, devolviéndola otras tantas veces, y que adoptaba la forma de remolino. Se decía que Caribdis engullía a los barcos que se aproximaban a ella y los devolvía a parte superficial marina absolutamente destrozados. Escila y Caribdis habitaban en el estrecho de Mesina, cada monstruo a un lado del mismo, de manera que los marineros que intentaba evitar a Caribdis En oportunidades se aproximaban demasiado a Escila y viceversa. De ahí surgió la expresión toparse «entre Escila y Caribdis», procedente a significar estar entre dos peligros, de forma que alejarse de uno hace que se caiga en las garras del otro. En la «Odisea» de Homero se nos cuenta que Ulises, por consejo de la maga Circe, se acercó en exceso a Escila, Puesto que De este modo perdería «únicamente» seis marineros, Sin embargo preservaría la integridad del barco. Taxonomía mitológica
Hasta acá la mitología. Vayamos con la ciencia. Existe una planta liliácea, muy extendida por todo el Mediterráneo, reconocible por sus enormes bulbos y que conocemos Como «cebolla albarrana». En el siglo decimoctavo Carl von Linneo la bautizó De La misma manera que Scilla marítima, nombre que mutó a finales del siglo pasado en Charybdis marítima. Esta planta es terriblemente ponzoñosa, a causa a que contiene un compuesto tóxico llamado escilirósido, en alusión evidente a Scilla. Esta propiedad toxicológica no ha sido óbice para que A partir de tiempos inmemoriales la planta liliácea se haya empleado con fines medicinales. Los galenos la utilizaron para disminuir los edemas, tal Además que recoge un papiro egipcio del siglo dieciséis Ya antes de Cristo, con fines diuréticos o bien Al idéntico que tonificador cardiaco. El biólogo sueco, a su vez, Añadió dentro de los «cangrejos» un género muy amplio bajo La denominación de Cancer, el cual se ha diversificado con el paso del tiempo en Múltiples géneros, entre ellos Scilla y Charybdis. Quimioterapia con impronta mitológica
El mito tampoco ha pasado desapercibido a los genetistas que han descrito en la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster) dos genes que intervienen en su desenvolvimiento embrionario y a los cuales se ha bautizado con El nombre de Ambos terribles monstruos. Regresando a la Charybdis marítima, hace apenas una década se descubrió en sus bulbos una proteína a la que se denominó caribdina, una proteína inactivadora de los ribosomas y que apenas existe en un Sólo puñado de plantas, De esta forma De exactamente la misma forma que en Ciertas bacterias y hongos. En este momento hay varias líneas de investigación en activo para utilizar la caribdina De esta forma como inmunotoxina en el procedimiento de determinados tipos de neoplasias, al postularse su papel Al similar que inactivadora de los ribosomas de las células cancerígenas. Para finiquitar nos quedamos con una cita extraída del libro «Las intermitencias de la muerte», del escritor portugués José Saramago: «Aprovechando la confusión que reina en la sociedad, en seguida más que nunca entre la espada y la pared, entre Escila y Caribdis, entre martillazos y tenazas». M. Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Sanatorio de El Escorial (La capital española) y autor de Múltiples libros de divulgación.