El Universo está lleno de agujeros negros. Oscuros objetos de inmenso poder gravitatorio que se tragan, literalmente, todo lo que se pone a su alcance sin que nada, ni materia ni energía, pueda retornar a salir al exterior. Hasta ahora, los científicos los han descubierto de Múltiples tipos y tamaños. Los de «masa estelar», por poner un ejemplo, surgidos Después de el colapso gravitatorio de estrellas muy masivas, son los más pequeños y suelen poseer masas equivalentes a decenas de veces la del Sol. Por presunto, los hay mucho mayores. Otra categoría, los agujeros negros de masa intermedia, por cierto bastante raros y difíciles de ubicar tienen, Conforme algunos, entre mil y 100.000 masas solares, Aunque otros Creen que pueden obtener el millón. Sin embargo es en los centros de las galaxias donde se encuentran los más grandes, los llamados «agujeros negros supermasivos», con masas equivalentes a Múltiples millones, incluso a miles de millones de soles. Sin ir más lejos, en el corazón de la Vía Láctea, nuestro hogar galáctico, duerme Sagitario A*, un agujero negro de cuatro millones de masas solares que, A pesar de su tamaño, resulta ser de los más pequeños entre los de su clase. Ahí están, para demostrarlo, bestias Al idéntico que M87* (el 1er agujero negro que hemos conseguido fotografiar), con sus 6.500 millones de masas solares. O BIEN el que hay en el centro de la galaxia elíptica NGC 4889, con 21.000 millones de masas solares. Aunque parezca insólito, hay agujeros negros Todavía mayores. Constituyen comunicado de otra categoría, la de los ultra masivos, en la que entran todos aquellos con masas superiores a los 10.000 millones de soles. Ahí encontramos, entre otros muchos, al gigantesco agujero negro de 40.000 millones de masas solares en el centro de la galaxia Holmberg 15A. O BIEN a TON 618, el mayor de todos los agujeros negros encontrados hasta en seguida, monstruo entre monstruos, prácticamente 70.000 millones de veces más masivo que el Sol y casi en el límite de lo que los investigadores creen posible. Los cálculos, en efecto, indican que no pueden existir dentro de una galaxia agujeros negros con más de 100,000 millones de masas solares. La pregunta, llegados a este punto, es la siguiente: ¿Podrían, de alguna forma, existir agujeros negros Todavía más grandes? La sorprendente contestación es que sí, No obstante Hasta la fecha no se ha encontrado ninguno. Agujeros negros «increíblemente grandes»
En un estudio recién publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, Bernard Carr, de la Universidad Queen Mary de Londres explora una inédita categoría, la de los agujeros negros «increíblemente grandes», que serían aquellos con masas superiores a los 100.000 millones de soles y que se conocen De esta forma como SLABs, un acrónimo de «Stupendously Large Black Holes». «Si bien actualmente no hay patentiza de que existan los SLABs -dice Carr- resulta concebible que puedan existir, y podrían estar fuera de las galaxias, en el espacio intergaláctico. Si es que bien, sorprendentemente, la idea de los SLABs se ha descuidado en gran medida hasta ahora». Hasta hace poco se pensaba que los agujeros negros supermasivos se formaban dentro de una galaxia anfitriona, donde iban creciendo a base de tragar estrellas y gas de su Entorno o bien bien fusionándose con otros agujeros negros A lo largo de las colisiones entre galaxias, en cuyo caso, Del mismo modo que se ha expresado, existe un límite superior de masa que se sitúa alrededor de los 100.000 millones de masas solares. Más allá de eso, el disco de acreción del agujero negro sería tan masivo que se fragmentaría bajo su propia gravedad. Sin embargo en su nuevo estudio, Carr y su club proponen Otra opción para que se formen agujeros negros supermasivos sin poseer que estar supeditados a ese límite de aumento. De esta forma, los estudiosos sugieren que los SLABs podrían ser agujeros negros primordiales, formados poco a continuación del Big Bang y muy anteriores a las primeras galaxias. Y dado que los agujeros negros principales no se constituyen A partir del colapso de una estrella, podrían poseer una amplia gama de masas, Desde las muy pequeñas a las increiblemente grandes. Los muy pequeños, si es que alguna vez existieron, podrían haberse evaporado ya Gracias a los efectos de la radiación Hawking. Pero, en el otro extremo, los más gigantescos podrían haber sobrevivido. Basándose en esos supuestos, los estudiosos calcularon hasta qué punto podrían llegar a crecer estos agujeros negros. Y la conclusión es extraordinaria: entre 100.000 millones y un quintillón (un 1 seguido de 18 ceros) de masas solares. Carr y su elenco no pudieron resistir la tentación de calcular el tamaño de un objeto así: con esa masa (un quintillón de soles) el agujero negro tendría más de 620.000 años luz de diámetro. Para hacerse tan increiblemente grandes, estos agujeros negros principales tendrían que haber absorbido mucha masa al comienzo de su existencia y en un tiempo relativamente breve. Y los estudiosos Creen que ese «alimento» original pudo ser materia oscura. Si el universo primitivo era rico en materia oscura, en especial una manera conocida De este modo tal como partículas masivas de interacción débil (WIMP), luego un agujero negro principal, inicialmente pequeño, podría consumirla para crecer velozmente. Dado que la materia oscura no interactúa con la luz, la que fuera devorada por el agujero negro no emitiría radiación o calor para amortiguar la tasa de aumento. Al idéntico que resultado, estos agujeros negros podrían ser enormes incluso Antes de que el Universo se enfriara y se formaran las primeras galaxias. Después, En el momento en que el Universo Para concluir se enfrió y siguió expandiéndose, estos gigantescos agujeros negros extragalácticos ya no tendrían a su alrededor más materia que devorar, con lo que no generarían a su cerca de esos anillos brillantes de materia a punto de ser devorada que es común a los agujeros negros supermasivos de los centros de las galaxias. En otras palabras, serían casi invisibles para nosotros. Pero Carr y sus colegas Creen que podrían detectarse igualmente estudiando la forma en que se comporta el espacio que les rodea. De La misma manera que se sabe, la gravedad es capaz de curvar el espacio-tiempo, lo que hace que un haz de luz que viene de un objeto lejano y que pase Mediante esas zonas distorsionadas siga una trayectoria curva. Es lo que se se conoce Del mismo modo que «lente gravitacional», un efecto que, Al idéntico que si fuese una lupa cósmica, los astrónomos usan habitualmente para observar objetos tan lejanos que sus detalles escaparían aun a los mejores telescopios. Carr piensa que exactamente el mismo efecto podría usarse para advertir agujeros negros increíblemente grandes, esto es, SLABs. «Por sí mismos -dice Carr- los SLABs no podrían explicar la materia oscura. Sin embargo si existen, tendría importantes implicaciones para el Universo temprano y haría posible que los agujeros negros primordiales, más ligeros, pudieran llegar a crecer tanto». Ahora, una vez definido el próximo paso es claro: encontrarlos.