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El curioso fenómeno acústico que comparten Nueva York y El Escorial

Si es que tuviéramos que elegir cuál es el mayor icono cinematográfico de Nueva York algunos se decantarían por el rascacielos Empire State, otros por el puente de Brooklyn y ciertos, probablemente, por Grand Central Station, la estación ferroviaria de la calle 42, en cuyos sótanos está el refugio del malvado Lex Luthor. Se calcula que unos veinte millones de personas al año se acercan a esta estación, por la que circulan prácticamente trescientos trenes diarios. Lo que tal vez no todos sepan es que las bóvedas tabicadas que se levantan sobre ladrillos finos, siguiendo la tradición de los maestros medievales, acudieron realizadas por el arquitecto de España Rafael Gustavino. Otro de los secretos que esconde está centenaria estación es la conocida galería de los susurros, junto al Oyster Bar. Los arcos de doble parábola dejan que dos personas puedan preservar una conversación de columna a columna sin poseer que elevar la voz. La clave de este “misterio” se esconde detrás de la cortina de la física de las ondas acústicas. Si una persona habla cara una pared el sonido rebota en un Sólo ángulo de reflexión similar al de incidencia y en sentido contrario al de la fuente del sonido. En un caso así no sucede Ya que las parábolas de la bóveda dejan que el sonido pueda “viajar” hasta el otro lado de la parábola y no rebote. El primero en describir esta singularidad se dirigió el físico John William S Rayleigh (1842-1919), a comienzos del siglo veinte. Se genera Cuando la arquitectura es abovedada y no tiene aberturas por las que el sonido se podría escapar o bien padecer reflexiones irregulares. Además, es preciso que los materiales con los que está construida sean lo suficientemente elásticos, estén bien sellados, y que en ellos no haya resaltes ni huecos. Los gabinetes secretos
No permite de ser curioso que el efecto se aprecia con mayor intensidad cuanto más bajo sea el susurro, Porque la voz se dispersará menos hacia los lados y será más sencilla orientar su dirección. A esta clase de arquitectura se le conoce Tal y como salas o gabinetes de secretos, En tanto que la construcción deja que se escuche todo cuanto se afirma en un Sólo punto determinado de la habitación, Pese a hacerlo en voz muy baja. Esta característica no es exclusiva de la estación neoyorquina, lo podemos descubrir en el Palazzo del Podestá en Bolonia o bien en la londinense catedral de San Pablo. Pero no hace falta marcharse tan lejos para disfrutar de este curioso efecto acústico, en nuestro país Además se encuentra en la Galería de los Secretos del Monasterio de El Escorial, en la Sala de los Secretos de la Alhambra de Granada, situada en los sótanos de la Sala de Dos Hermanas, y en la cripta de la catedral gaditana. Los ‘platillos volantes’ que anulan el efecto En la ocación del Royal Albert Hall, el gran auditorio londinense, estas singularidades acústicas jugaron en su en contra de, Porque se formaba un eco con Los instrumentos de viento. El edificio había sido construido a finales del siglo XIX, por encargado de la reina Triunfo, y estaba pensado para una audiencia de ocho mil personas. Los arquitectos se inspiraron en los teatros de la La Ciudad Eterna clásica, optaron por una geometría elíptica en planta con una cúpula en altura. Las pésimas propiedades acústicas provocaron un tiempo de reverberación de once segundos, extremadamente lejos del ideal. Tras Varios intentos fallidos, el problema se dirigió solucionado en 1969 con la colocación de difusores acústicos de fibra de cristal en manera de disco, que se colgaron de una subestructura de cubierta. Estos difusores acudieron una novedad en aquella época y alcanzaron tal popularidad que actualmente se les conoce Tal y como ‘platillos volantes’ o bien setas. Pedro Gargantilla es médico internista del Sanatorio de El Escorial (La capital de España) y intérprete y escritor de Varios libros de divulgación.