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El ‘pajarito’ que recorre 30.000 km para pasar el invierno

La collalba gris (Oenanthe oenanthe) es una ave paseriforme de la familia de los túrdidos, de apenas veinticinco gramos de peso y de aspecto elegante. Su nombre procede del griego ainos (vino) y anthos (flor), Porque regresa puntualmente a Grecia con la primavera, Una vez que las vides comienzan a florecer. Es un ave simple de distinguir Debido a su obispillo –la zona en la que nace la cola– que es de color blanco y que Destaca sobre una ‘T’ invertida de coloración negruzca, perfectamente visible Mientras vuela. El dorso de los machos es de color gris azulado, sus alas son negras y su pecho ocre, a diferencia del plumaje de las hembras que es, Normalmente, de color marrón grisáceo. Aparte de estas peculiaridades anatómicas es simple distinguir al macho de la hembra por lucir un antifaz negro con una ceja blanca. La collalba gris es insectívora y entre sus platos preferidos aparecen larvas, ciempiés, insectos, arañas, caracoles… que captura de una manera muy particular. Se mantiene en espera inmóvil en un lugar elevado, habitualmente una piedra, Desde donde se lanza en un Solo vuelo acrobático y rasante, que recuerda al que realiza el halcón, hasta hacerse con su botín. Estamos ante una suerte de enorme triunfo biológico que ha conseguido extender su territorio de cría A lo largo de grandes extensiones localizadas en Asia, Europa y América, con un área total superior a Ambos millones de kilómetros cuadrados. Los ornitólogos han encontrado poblaciones Desde Islandia hasta el litoral de Groenlandia, pasando por Alaska y la costa atlántica de Canadá. En el Viejo Continente podemos detectar a la collalba gris Desde las estepas y llanuras centrales hasta las fachadas atlánticas y los ecosistemas mediterráneos. Una odisea no exenta de peligros
Ahora bien, y aquí está la verdadera singularidad de esta ave, todas estas poblaciones tienen que emigrar hasta los cuarteles de invernada en África, en un cinturón geográfico subsahariano que se extiende A partir de Senegal hasta Kenia. De esta manera por servirnos de un ejemplo, un ejemplar que se cría en Alaska debe recorrer el estrecho de Bering, las estepas de Siberia y Mongolia, las tierras de Asia Menor, el desierto del Sáhara y acceder, Después de una singladura cercana a los treinta mil kms, a las sabanas de Sudán. La collalba gris es capaz de cruzar continentes, atravesar cordilleras y mares Debido a un complejo sistema GPS que se nutre de data que le llega de la posición solar, de las estrellas y del campo magnético terrestre. En algún caso se ha identificado poblaciones que cruzan A partir de Canadá o bien Groenlandia a las islas Británicas y Desde allí hasta Europa occidental, alcanzado el continente africano A través de la península Ibérica. Una ruta un tanto más corta, aproximadamente de ‘tan sólo’ quince mil kms. Este viaje es en uno de los ciclos migratorios más largos observados entre las aves y el único que une físicamente dos ecosistemas distintos del Viejo Mundo con las regiones árticas del Nuevo Mundo. Un ave de hábitos terrestres
Es posible verla en la Península Ibérica, al tratarse de un habitante asiduo de dunas, pastizales, roquedos y regiones de matorral bajo. El espectador avisado es capaz de distinguirla Gracias a su pose erguida sobre las rocas o bien dando pequeños saltitos en el suelo. Es precisamente allí, sobre la tundra seca, en huecos debajo de las rocas, en grietas entre piedras grandes o bien, aun, en las madrigueras de roedores donde construye su nido. En general es la hembra la encargada de su manufactura, A partir de hierbas, ramas pequeñas y maleza, con las que moldea un cuenco, que terminará forrando con líquenes, musgos y pequeñas raíces. Sabemos que la collalba gris establece, habitualmente, vínculos de pareja monógamos y que es Durante los meses de abril y junio En el momento en que tiene sitio el periodo de cría, con la puesta de seis huevos de color azul claro. A los recién nacidos les bastará tan Sólo catorce días para dejar el nido paterno y recrearse en sus primeros vuelos acrobáticos. Pedro Gargantilla es médico internista del Centro médico de El Escorial (La villa de Madrid) y autor de Múltiples libros de divulgación.