Miguel de Cervantes pone en boca de Don Quijote: «porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos, Aunque no sean caballeros». Ahora bien, ¿qué entendemos por ancianidad? Su definición ha ido cambiando con el paso del tiempo. Así, el escritor romano Plutarco (50-120) situó la vejez en los medio centenar años, una edad que repuntó Agustín de Hipona (354-430), en sus ‘Cuestiones diversas’, hasta los sesenta años. La senectud de una población está de manera estrecha vinculada con la esperanza de vida al nacer. Se estima que Durante los siglos XVI y XVII, en muchos países europeos, estaba en torno a los 25 años y tan Solo unos pocos ciudadanos, cerquita de del diez por ciento de la población, conseguían superar los sesenta. Registros parroquiales de mortalidad
En el siglo XVII se generó una verdadera revolución científica que transformó muchas de las creencias que se arrastraban Desde la antigüedad. Una de las piedras angulares del repuesto se dirigió la cuantificación, la búsqueda de leyes universales que pudieran explicar los fenómenos de la naturaleza y el desenvolvimiento de un método inductivo que permitiera acercarse a la realidad. En aquellos momentos el Antiguo Continente se encontraba devastado por las epidemias, al paso que se avanzaba en el conocimiento de Ciertas enfermedades tan prevalentes Del mismo modo que la disentería, la malaria, la viruela o la sífilis. En contraposición, los médicos no disponían de casi ningún referente fiable acerca de las causas de mortalidad. Por ello no tiene que sorprendernos que ciertos de los científicos más relevantes se sintieran atraídos por las posibilidades que ofrecía la biometría. Primeros estudios de mortalidad
Uno de los pocos documentos que se disponía estaba en las parroquias londinenses. Allá, A partir de el siglo XVI, se publicaban semanalmente los famosos Al semejante que ‘Bills of mortality’, información epidemiológicos acerca de mortalidad. Desde 1629 estos boletines incluyeron la causa de la muerte entre sus variables, un excelente termómetro que permitía identificar de forma precoz nuevas epidemias. El 28 de noviembre de 1660 se fundó la Royal Society, la sociedad científica más antigua del UK. Uno de los primeros integrantes en pertenecer a tan selecto club fue John Graunt (1620-1674), un mercero. Al parecer había heredado el negocio por vía paterna y los cuantiosos beneficios que le reportaba le permitían tener tiempo disponible para otros menesteres. Las crónicas de la temporada lo retratan De este modo tal y como «una persona muy ingeniosa y estudiosa (…) que se levantaba muy temprano para sus estudios, Ya antes de abrir su tienda». Sus ‘estudios’ se enfocaron en investigar las causas de mortalidad de sus conciudadanos, para ello utilizó En este sentido tal y como materia prima los ‘Bills of mortality’ londinenses y del poblado de Hampshire publicados A lo largo de los últimos cincuenta años. De sus observaciones pudo colegir, entre otras cosas, que nacían regularmente más hombres que mujeres, que el treinta y seis por cien de los nacidos vivos fallecían Antes de cumplir los seis años de vida y que había una clara variante estacional en relación con la mortalidad. Con todos estos data Graunt formuló Ciertas leyes predictivas y confeccionó la 1era tabla de mortalidad distribuida por Grupos etarios y, por lo tanto, la probabilidad de supervivencia Conforme la edad. Sin embargo, no calculó la esperanza de vida, A pesar de que la habría podido deducir De manera fácil Desde las tablas de supervivencia. El análisis de su tabla apunta que la esperanza de vida al nacer, en aquel instante y en aquella población, era de 48 años, siendo la mortalidad infantil el factor limitante más fuerte. En 1662 Graunt posteó sus hallazgos en un libro titulado ‘Natural and Political observations made upon the Bills of mortality’, una texto que le abrió las puertas a la Royal Society, Pese a la aviesa mirada que le dedicaban algunos científicos que tan Sólo veían en él a un comerciante entusiasta de la ciencia. Con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, las Tablas que Graunt confeccionó están haciendo que pueda ser considerado el 1er demógrafo de la historia y el fundador de la bioestadística y la epidemiología. Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (La capital española) y intérprete y escritor de Múltiples libros de divulgación.
