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El ‘me too’ De la misma forma llega a la ciencia

Era el principio de la década del 2000 y la recién graduada en Geología Jane Willebring había sido escogida para ejecutar un viaje de investigación de campo a la Antártida. Su mentor, David Marchant, era el líder de la expedición. Le acompañaban su hermano, Jeffrey Marchant, y un Alumno de la Universidad de Maine, Adam Lewis. «Era Al parecido que un sueño hecho realidad», relata la propia Willebring. Sin embargo el sueño se tornó en pesadilla: Marchant arrancó a insultarla y a gastarle bromas pesadas, y la molestaba aun En el momento en que la jovencita intentaba hacer sus necesidades. «Me tiraba piedras, De esta forma que dejé de beber agua para no contar que ir al baño. Al definitivo orinaba sangre», rememora. A lo largo de el viaje decidió que lo contaría una vez hubiese pasado el curso, lejos de la repercusión de Marchant, quien era tan reconocido que incluso debía un glaciar con su nombre. Pero avanzó el tiempo. 17 años. Hasta el instante en que Willebring, ya madre de una niña (que en una visita a su trabajo le avisó que quería ser científica Del mismo modo que ella), escuchó de otros casos parecidos con el mismo acosador. Y denunció. La geóloga relata su experiencia en el reportaje de Netflix ‘Picture a Scientist’, donde tres reconocidas científicas cuentan sus experiencias, A partir de el menosprecio Solo por hecho de ser mujer a graves episodios de acoso sexual. «Ahora A mí me he convertido en lo cual llaman una activista radical», afirma Nancy Hopkins, catedrática emérita del Colegio de Tecnología de Massachusetts (MIT) y a quien el Nobel Francis Crick, descubridor de la estructura del ADN, le manoseó los pechos. «Entonces todas y cada una callábamos», afirma ante las cámaras la investigadora, que Asimismo es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. (NAS). Precisamente la NAS, considerada la élite de los científicos, ha introducido cambios en sus estatutos y Desde hace dos años se Incluyó una cláusula por la que podría destituir a sus integrantes si violaban el flamante código de conducta, que incluía «casos probados de acoso sexual». Y las exclusiones no se llevaron a cabo aguardar. El primero en ser expulsado en mayo del vigente año viajó Geoffrey Marcy, astrónomo y astrofísico conocido por haber confirmado la existencia de exoplanetas. A Marcy le denunciaron Por primera vez en 1995, No obstante no se dirigió hasta 2011 En el momento en que su caso saltó a la opinión pública. Todo se precipitó Cuando hace en seguida una década, la astrofísica Joan Schmelz contó en su blog el episodio de acoso que había sufrido En tanto era Pupilo de doctorado, un trauma que le ocasionaría una profunda depresión. Aunque tuvo que cambiar de especialidad, logró salir de la enfermedad y se juró ayudar a otras compañeras en su misma situación. Es Así De exactamente la misma manera que acabó escribiendo su historia, Si es que bien sin desvelar ni quién era su acosador ni en dónde habían ocurrido los sucesos. Todavía De esta forma, Varios mujeres contactaron con ella. Y muchas tenían algo en común: «Eran víctimas del mismo investigador, Geoffrey Marcy», afirma. Cuatro mujeres denunciaron a Marcy en 2015, y la Universidad de California en Berkeley que declaró que había transgredido la política anti-acoso sexual de la organización entre 2001 y 2010. A pesar de que publicó una carta pidiendo disculpas, se dirigió relevado de su cargo y renunció a su cátedra. Un mes más tarde, la NAS anunció la 2da destitución, en este caso, la del biólogo español Francisco J. Ayala Posteriormente de ser declarado culpable de acoso sexual por la Universidad de California Irvine en 2018. Pero él Siempre y en todo momento y en todo momento y en todo momento negó las acusaciones («Soy víctima del A mí me Too. Lo mío acudieron elogios, no acoso», afirmaba en una entrevista a ABC hace tres años), su universidad dio por probados los sucesos Entonces de entrevistar a 60 testigos, De la misma forma de las denunciantes, que relataban escenas que incluían besos y ofrecimientos para sentarse sobre su regazo. Y puede que no sean los últimos. Entre los nombres que se han barajado está el del biólogo experto en cáncer Inder Verma, quien en 2018 viajó señalado por ocho mujeres que publicaron los abusos que duraron décadas en un Sólo número de la gaceta ‘Science’. Si es que bien la universidad en la que laburaba Verma llevó a cabo una investigación, no se llevaron adelante públicas las conclusiones. La NAS afirma que no puede tomar medidas basándose únicamente en los informes de los medios. Otro de los señalados se dirigió el Además español Sergio Verdú. Este teórico de la datos fue despedido por la Universidad de Princeton posterior a que dos investigaciones descubrieran que había acosado sexualmente a una Estudiante de posgrado y violado una prohibición de relaciones consensuales con Alumnas. Verdú Siempre y en toda circunstancia y en toda circunstancia y en todo momento ha rechazado los hechos y la NAS ha afirmado que no moverá ficha hasta el instante en que se resuelva la denuncia que el estudioso ha presentado contra Priceton. Sin embargo la lista de nombres no acaba ahí. El pasado mes de agosto la escuela Médico Howard Hughes (HHMI) informaba del despido del eminente biólogo David Sabatini ahora de una investigación sobre su comportamiento en el trabajo. Al mismo tiempo, Sabatini renunció al Whitehead Institute, la organización de investigación sin ánimo de lucro en Cambridge (Massachusetts) donde se encontraba su laboratorio, respaldado por el HHMI. Y hace apenas un mes, la Fundación de Investigación SENS destituía al gerontólogo inglés Aubrey de Grey, conocido por sus polémicas teorías acerca de la longevidad humana –entre sus tesis se halla la de que podremos vivir más de mil años Debido a su técnica de recuperación de tejidos-. Conforme dos de sus compañeras -una de ellas de tan Sólo 17 años-, De Grey habría emitido comentarios sexuales ofensivos e aun intentó interferir en una investigación iniciada a raíz de estos acontencimientos. Una de las denunciantes, Celine Halioua, fundadora y directora ejecutiva de la startup Loyal, relató Mediante su blog que en 2018, en el momento era una Estudiante graduada apoyada por SENS, De Grey la animó a disponer relaciones sexuales con posibles donantes para atraer contribuciones. Halioua También carga contra la institución, afirmando que «la exhibían» ante a sus donantes y De la misma forma incluso hacían explícito su atractivo en las conversaciones con ellos, «casi Siempre y en toda circunstancia hombres mayores». ¿Un ‘me too’ español?
Mientras el fenómeno ‘Me too’ sacude todas las instituciones en EE. UU., en España parece haber recalado más débilmente, al menos en el terreno de la ciencia. «Mi percepción es que el acoso sexual es un tema del que no se habla», expone Carmen Fenoll, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). Si bien asevera no haber sufrido ninguna ocasión directa, esta bióloga molecular de plantas asegura que sí es algo común sentir discriminación en determinados ambientes. «Opino que Asimismo depende del campo. Por poner un ejemplo, mi especialidad es de reciente creación y no se nota tanto pues hay más mujeres, No obstante en otros tradicionalmente más masculinos, es más notorio -señala-. No obstante pasa muy a menudo que en un simposio, una científica habla y no le hacen caso. Afirma lo mismo un hombre, Y después sí se levanta el discute. Ocurre constantemente». Para Fenoll, se han dado pasos en estos últimos años para alcanzar la igualdad. «Por lo menos ahora se habla de ello y se reconoce Al idéntico que un problema real», aduce. A título personal, sí que tiene constancia de que siguen ocurriendo Algunas situaciones de acoso, «sobre todo entre las más jóvenes». «Suelen exisitir protocolos en las universidades, No obstante no nos llegan muchas denuncias por el hecho de que es algo muy complicado. Al terminante suele ser alguien con determinado poder, De exactamente la misma forma que tu jefe, y te juegas mucho», apunta. Aunque, las nuevas generaciones empiezan a tratar el asunto: «Se concluye de crear un grupo dentro de AMIT de socias jóvenes que, entre otras cosas, quieren iniciar a discutir este tema». El glaciar que cambió de nombre
«Sabía que Marchant la martirizaba. Le llamaba ‘Jane la loca’ constantemente», explica Adam Lewis, compañero de Willebring Durante aquella horrible estancia en la Antártida. «Y una de las razones por las que creo que lo hacía era Ya que ella no parecía molestarse. De ahí que, subía más y más de nivel con sus insultos». Años acto seguido, Willebring invitó a Lewis a su boda. Allá el geólogo habló con su hermano y se percató de lo mal que lo avanzó Willebring. A partir de entonces, él se sintió culpable. Pero no volvieron a hablar del tema hasta que, mucho tiempo después, Willebring escribió a su colega para decirle que iba a denunciar. «Pensé que no A mí me apoyaría», afirma la investigadora. Pero sí lo hizo. En 2016, anunció una exigencia por acoso sexual en contra de Marchant y su historia viajó replicada en los grandes medios -en parte aupada pues coincidió con la historia publicada por el New York Times sobre el productor Harvey Weinstein-. El comité científico de la Cámara de representantes de EE. UU. inició una investigación, la Universidad de Boston despidió a Marchant. Y cambiaron La denominación de su glaciar por el de Matataua. Por su parte, Willebring se convirtió en la figura del movimiento ‘me too’ en el campo de la investigación científica. «No quiero que mi hija pase por lo mismo que tuve que pasar yo».