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¿La música mejora nuestra concentración? La ciencia búsqueda la respuesta

«Con clásica, con lo ultimo de Rosalía o en clave chill out
, No obstante se Me queda mejor todo». Podemos concordar con esta afirmación o bien, por el contrario, pertenecer al conjunto de los cuales necesitan silencio absoluto Durante la lectura y el estudio. A muchos les molesta la voz del vocalista, Pero mejoran su concentración con piezas instrumentales. Otras personas disfrutan de un publicación si lo acompañan con un fondo de ópera. Tenemos, por lo tanto, una gran variedad de preferencias y de resultados. Posiblemente la ciencia tenga algo que decir: ¿mejora nuestras capacidades cognitivas la música? Si es que la patentiza científica diese una contestación afirmativa a esta pregunta muchos padres saldrían derrotados de la batalla diaria con sus hijos adolescentes. La escena se repite cada tarde en miles de hogares: el hijo hace las labores de clase con la música a todo volumen. El motivo del enfado, aparte de las molestias ajenas y propias, es el firme convencimiento de que en esas condiciones acústicas es imposible que se entere de lo cual lee. Bien, Puesto que parece ser que la ciencia no confirma los prejuicios de los padres. Intuitivamente, la duda paterna tiene sentido: resulta contradictorio que podamos concentrarnos al cien por cien en una tarea si es que la compartimos con otra al mismo tiempo. Expresado de otro modo, si es que prestamos atención a una de ellas –en este caso escuchar música– la otra –leer, asimilar, resolver– quedará desatendida. Aunque, en un Sólo caso así el esforzado jovencita puede justificar su conducta, Si bien tendrá que argumentar en realidad bien su contestación. Por servirnos de un ejemplo, está demostrado que no son útiles los ritmos repetitivos, Ya que resultan muy aburridos y el cerebro no halla la chispa novedosa que le hace estar alerta. Tampoco funcionan bien los ritmos muy complejos y caóticos, Tal y como los del free jazz, Porque no hay un patrón definido y el cerebro no se calma. Conforme algunos expertos, la clave está en descubrir el punto medio. Este aparece en ritmos afines al funk Así tal y como los de James Brown.<iframe height=”286″ src=”https://www.youtube.com/embed/B1wOK9yGUYM” frameborder=”0″ allowfullscreen style=”width:100%;”></iframe> Un estudio llevado a cabo por el grupo del profesor Morten Kringelbach revela que nuestras redes neuronales tienen mayor preferencia por este estilo musical por el hecho de que no es ni muy predecible ni muy caótico. Sabemos que oir música desencadena una serie de emociones que causan reacciones fisiológicas y modifican nuestro estado de ánimo. Estas sensaciones placenteras nos predisponen a la acción, También a la cognición. Nuestra música favorita no Sólo nos proporciona felicidad, Sino más bien que mejora la concentración, nuestro desempeño laboral y, A veces, el intelectual. De este modo lo demostró la investigadora Teresa Lesiuk, Acto seguido de estudiar el efecto de la música en los trabajadores de una chiquita empresa. Estos terminaban sus tareas más veloz y generaban ideas más originales que los que trabajaban en silencio. Si es que estamos contentos, somos más creativos. La música tiene otra ventaja. En el horario en el que nos ponemos los auriculares, nos protegemos del resto de distracciones. El mecanismo es sencillo: nuestro cerebro tiene dos sistemas de atención: uno consciente, que nosotros controlamos, y uno inconsciente, llamado red neuronal por defecto, que actúa por su cuenta. Este sistema inconsciente no se cierra En tanto llevamos a cabo una tarea, Así que hasta el estruendo más ligero puede acabar con nuestra concentración: del tic-tac de un reloj al zumbido de la nevera. La música calma la actividad de esta red por defecto y minimiza la actividad entre áreas del cerebro responsables de un estado de alerta permanente que nos ha ayudado a sobrevivir Del mismo modo que especie. Depende, todo depende
En su estudio, Lesiuk hacía hincapié en la importancia de la elección personal del tipo de música para mejorar la concentración. Si la opción es el silencio, una autoevaluación sin engaños del logro o bien fracaso de la música Tal y como herramienta de apoyo ayudará a decidir si es que proseguir utilizándola o no. No hay una estrategia clara; los estudios acerca de los efectos de la música de fondo A lo largo de el aprendizaje no son concluyentes. Las variables a contar en cuenta en estas investigaciones son muchas y los experimentos con tantos factores son complicados. Las circunstancias y los gustos musicales son esenciales para lograr resultados, Pero son muy distintos en cada persona. Incluso para La misma tarea la música de fondo puede facilitar, perjudicar o no contar ningún efecto en el aprendizaje de contenidos nuevos. Las variables que desempeñan un papel importante en estos experimentos incluyen las diferencias individuales (carácter, entrenamiento musical, preferencias musicales, hábitos de estudio). También influye el tipo de labor cognitiva (Decisión de incidentes, comprensión lectora, memorización) y el contexto (en el aula o en la habitación, Sólo o en compañía). La elección de la música es otro factor a disponer en cuenta. Conviene conocer la sensación placentera que produce la música en el Alumno por sí misma, En el momento en que se oye sin otra tarea simultánea. El tempo de la música es esencial, igual que la intensidad o bien el ritmo. Hay que considerar la influencia de la voz que canta, la ausencia de ésta, si es que son melodías conocidas o bien nuevas para el que escucha. Como vemos, las condiciones de la demuestra y las interactúes entre ellas son muchas y complican la búsqueda de un modelo con una conclusión general y directa. Con todo, los resultados únicamente confirman la inconsistencia de los estudios. Un último ejemplo ilustrativo proviene de un estudio que midió la comprensión de lectura y la memoria para listas de palabras en diversas condiciones: En tanto se escuchaba un canto a capella, con canto y música instrumental simultáneos, Sólo música instrumental, con una voz que no canta Sino más bien que habla y, Por ultimo, en silencio absoluto. Aunque se podría esperar que las condiciones con el canto o bien el habla fueran las más desfavorables, no fue Así; la prueba de comprensión lectora tuvo los mismos resultados que Cuando los participantes leyeron en las otras condiciones ambientales. Tenemos entonces a nuestro jovencita preparando sus exámenes con la música «a todo trapo» y vemos que no hay evidencias científicas para apoyar la pedido de silencio por la parte de los padres, al menos alegando que no le favorece. De cualquier modo, unos auriculares y unos buenos resultados en sus calificaciones servirán para aliviar los dolores de cabeza paternos. José Ramón Alonso Peña es Catedrático de Biología teléfono. Neurobiólogo, Universidad de Salamanca Este artículo ha sido escrito en colaboración con la profesora de colegio y experta en educación y neurociencias Marta Bueno. Una versión de este artículo fue originalmente publicada en el blog del autor, Neurociencia. Esta es la versión de The Conversation . <img src=”https://counter.theconversation.com/content/142231/count.gif?distributor=republish-lightbox-advanced” alt=”The Conversation” width=”1″ height=”1″ style=”border: none !important; box-shadow: none !important; margin: 0 !important; max-height: 1px !important; max-width: 1px !important; min-height: 1px !important; min-width: 1px !important; opacity: 0 !important; outline: none !important; padding: 0 !important; text-shadow: none !important” />