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¿Es sensible al dolor? Culpe a su herencia neandertal

Existe el mito de que los neandertales vivieron vidas especialmente violentas y peligrosas, marcadas por la caza de mamuts, bisontes y otros animales salvajes. Esta idea se sustenta en las numerosas fracturas, deformaciones y agujeros hallados en sus fósiles, especialmente en la cabeza y el cuello. Sus días, con piedras o bien puntas de sílex Al idéntico que única arma frente a la naturaleza salvaje, fueron duros sin sitio a dudas, Aunque ciertos estudiosos no Creen que lo fueran significativamente más que los de los primeros individuos de nuestra especie, Homo sapiens. Esta existencia ruda y austera del Paleolítico podría llevar a pensar que los neandertales eran unos tipos fuertes y agerridos, de los que pueden ir por ahí con las heridas abiertas sin inmutarse, Pero tal vez fueran más sensibles de lo que se creía. Conforme una nueva investigación llevada a cabo por Svante Pääbo, del Colegio Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, y su colega Hugo Zeberg, en el colegio Karolinska de Estocolmo, esta especie humana extinguida hace unos 40.000 años debía una disposición biológica a vivenciar más el dolor. El estudio del genoma, publicado en «Current Biology», señala que estos antiguos cuñados humanos portaban tres mutaciones en un Solo gen que codifica la proteína Na V 1.7, que transmite sensaciones dolorosas a la médula espinal y al cerebro. El relevamiento De la misma forma probó que en una muestra de británicos, aquellos que habían heredado la versión neandertal de Na V 1.7 tienden a probar más dolor que otros. Genomas de calidad
Según explican en la web de «Nature», Pääbo y su club pudieron identificar las mutaciones, seguramente comunes en los neandertales, Gracias a la generación de tres genomas de neandertal de alta calidad Desde ADN encontrado en cuevas en Croacia y Rusia. Las mutaciones en un Sólo gen llamado SCN9A, que codifica la proteína Na V 1.7, se destacaron pues todos los neandertales tenían tres que alteran la forma de la proteína. La versión mutada del gen se Halló en Ambos Conjuntos de cromosomas en los tres neandertales, lo que sugiere que era común en todas sus poblaciones. Na V 1.7 actúa en los nervios del cuerpo, donde interviene en el control de si es que las señales dolorosas se transmiten a la médula espinal y al cerebro y en qué medida. Algunas personas con mutaciones genéticas extremadamente extrañas que desactivan la proteína no sienten dolor, Ya que otros cambios pueden predisponer a las personas al dolor crónico. Para investigar cómo las mutaciones podrían haber alterado los nervios de los neandertales, Zeberg expresó su versión de Na V 1.7 en huevos de rana y células renales humanas. La proteína se dirigió más activa en las células con las tres mutaciones que en las células sin los cambios. En las fibras nerviosas, esto reduciría el umbral para transmitir una señal dolorosa. Los estudiosos buscaron personas con la versión neandertal de Na V 1.7. Alrededor del 0,4% de los participantes en el Biobanco del Reino Unido, una base de datos del genoma de medio millón de británicos, que aseguraron sobre sus síntomas de dolor tenían una copia del gen mutado. Absolutamente nadie debía dos, De exactamente la misma forma que los neandertales. Los participantes con la versión mutada del gen tenían aproximadamente un 7% más de probabilidades de experimentar dolor que las personas sin él. ¿Mutaciones beneficiosas?
Pääbo y Zeberg advierten de que sus hallazgos no significan necesariamente que los neandertales hubieran sentido más dolor que los humanos modernos. Las sensaciones transmitidas por Na V 1.7 se procesan y modifican en la médula espinal y el cerebro, lo cual También contribuye a la experiencia subjetiva del dolor. Pero, ¿por qué tenían estas mutaciones? ¿Sentir más dolor puede ser útil? No está claro si es que las mutaciones evolucionaron Porque fueran beneficiosas. Las poblaciones de neandertales eran pequeñas y tenían poca diversidad genética, condiciones que pueden ayudar a que persistan las mutaciones dañinas. En cualquier caso, Del mismo modo que apunta Zeberg, «no es específicamente malo vivenciar dolor».