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Alfred Wallace, el gran desconocido de la teoría de la evolución

La historia se escribe con las gestas de los grandes hombres, A partir de Roal Amundsen en el Polo Sur hasta Edmund Hillary en la cumbre del Everest, pasando por Ernest Shackleton atrapado en los hielos antárticos o bien Alfred R Wallace, el científico que jugó un papel decisivo en la teoría científica más importante del siglo diecinueve. En junio de 1858 Charles Darwin (1809-1882) había recibido una carta de Alfred Russell Wallace (1823-1913) Desde Ternate, en el archipiélago malayo. En ella adjuntaba un pequeño ensayo –unas quince cuartillas- en la que le planteaba una teoría acerca del mecanismo En medio el cual las especies evolucionan. El inglés se quedó atónito con su lectura, Porque, Al semejante que él mismo reconocería algún tiempo a continuación, el manuscrito era un buen resumen de sus observaciones a bordo del Beagle. Reflexiones que Aún no se habían puesto en negro acerca de blanco. Un biólogo con mala suerte
Wallace se dirigió un personaje polifacético, en su tarjeta de visita debería constar naturalista, explorador, biólogo, biogeógrafo, antropólogo, teórico y crítico social, opositor de la vacunación y de la presencia de vida inteligente en el mundo Marte. Era un inglés nacido en Gales, Como a él mismo le gustaba denominarse, y lo hizo en el seno de una familia con pocos recursos económicos, lo cual no se dirigió impedimento para que pudiera desarrollar su Pasión por la naturaleza. Una 1era incursión le llevó a la cuenca amazónica, en donde logró hacerse con una valiosísima compilación de insectos. Desgraciadamente la fortuna no le sonrió, Ya que el barco que le devolvía a Inglaterra se incendió en mitad del Atlántico y con él desapareció su tesoro biológico. Años más tarde, ya a la edad de treinta y un años, emprendió una segunda aventura, en esta situación fijó La meta en el archipiélago malayo. En medio su estancia en tierras asiáticas intercambió una fecunda correspondencia con Darwin. Exactamente la misma conclusión por dos vías diferentes
En la epístola de junio de 1858 el galés le pedía a Darwin que, si le parecía lo suficiente interesante su teoría, le presentase el manuscrito al geólogo británico Charles Lyell para conocer su opinión Antes de publicarla. Darwin se dirigió un hombre enormemente reflexivo y llevaba más de dos décadas dándole vueltas y más vueltas al mecanismo de formación de las especies. Sus observaciones indicaban que las especies se transmutaban en otras nuevas, No obstante no se había atrevido a publicarlo. El naturalista inglés era consciente de la gresca que iba a producir en la sociedad victoriana esta teoría y no debía claro si el esfuerzo merecía la pena. La carta de Wallace viajó el empujón que necesitaba a fin de que “El origen de las especies” viera la luz. Ambos científicos llegaron a exactamente la misma conclusión por dos vías distintos, uno A partir de su experiencia asiática y el otro Gracias a su viaje cerca de del planeta. En tan Solo doce días Darwin se las ingenió para organizar una lectura conjunta de los trabajos de Ambos naturalistas en la Sociedad Linneana de Londres. Eso sí el mandato de las presentaciones viajó calculado milimétricamente, a fin de que la prioridad de Darwin quedase perfectamente establecida, De este modo nadie dudaría que la paternidad de la teoría sería suya. La fecha ha pasado a los anales de la historia de la ciencia: 1 de julio de 1858. Es cierto que las evidencias y argumentaciones que reunió Darwin fueron abrumadoramente superiores a las que desarrolló Wallace En medio su vida. Si bien, ¿qué habría pasado si Wallace jamás hubiese escrito a Darwin? ¿Se habría atrevido a publicarla? Jamás lo sabremos… M.Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Sanatorio de El Escorial (La capital de España) y autor de Múltiples libros de divulgación.