Ir al contenido

Los trece científicos rusos que defendieron hasta la muerte unos paquetes de semillas

Espionaje, sabotaje y destrucción, estos acudieron los cargos con los que los jueces estalinistas condenaron a muerte al biólogo ruso Nikolái Vavílov (1887-1943), uno de los más reputados científicos rusos de la primera mitad del siglo veinte. Según se ha podido saber, el interrogatorio por la parte de la temida policía secreta soviética se prolongó Durante más de mil quinientas horas, repartidas en cuatrocientas sesiones. Investigaban el trámite 006854. Al definitivo del proceso la pena de muerte viajó conmutada por veinte años en un Solo perdido gulag, en donde acabó muriendo de inanición, un trágico e irónico terminante para alguien que trató finalizar con la hambruna mundial. Ciencia en ante de irracionalidad
Cuando Vavílov nació en la capital moscovita su país ya arrastraba un nutrido historial de hambrunas. Viajó precisamente La falta de alimentos lo cual le llevó a dedicarse en cuerpo y alma a la botánica Por lo general y a la genética particularmente. Su objetivo era detectar las plantas que pudieran soportar las peores condiciones adversas del planeta, para ello realizó más de un centenar de expediciones científicas a diferentes lugares del planeta en búsqueda de semillas que cumplieran ese imperativo. Sabemos que visitó más de sesenta países diversos, entre ellos España, Corea, Argentina, Irán y México. Basó su estrategia en la genética en una época en la que, todo hay que decirlo, acababa de empezar a caminar. Definió su ambicioso proyecto Al parecido que plan de seguridad alimenticia global. Tuvo la suerte de detectar un aliado de excepción: Vladimir Lenin. En la vigente San Petersburgo –por aquel entonces Leningrado- estableció uno de los primeros bancos de semillas del planeta (la estación experimental Pavlovsk) y dispuso de un ejército de veinticinco mil funcionarios a su servicio. En 1924 su planeta se desmoronó. Stalin Ocurrió a Lenin al ante de la Unión soviética. El nuevo jefe calificó al científico de burgués, idealista, formalista y reaccionario. No tardó en caer en desgracia y ser aislado política y académicamente, hasta que Para terminar se dirigió arrestado en 1940. Los «trece» de Leningrado
En septiembre de 1941 entró en escena un nuevo actor: el ejército alemán. Durante prácticamente novecientos días las tropas de Hitler sitiaron Leningrado, tiempo A lo largo del cual unas setecientas mil personas murieron de inanición. Un elenco de incondicionales a Vavílov protegieron con sus vidas la compilación de las 370.000 semillas que había en la ciudad, ante a tres terribles ejércitos: las ratas, la extenuada población rusa y los nazis. La SS alemana tenía una unidad –Ahnenerbe- formada por científicos, exploradores y Además intelectuales que conocían los estudios de Vavilov y que ansiaban apoderarse de la preciada colección. No en balde, hasta Leningrado se desplazó Heinz Brücher, el botánico de Hitler. Con las semillas de Vavílov podrían alimentar a los habitantes del III Reich de todo el mundo. Por fortuna, un conjunto de héroes rusos no cedieron en su empeño y Además impidieron que se hicieran con tan preciado botín. Al menos trece científicos rusos, con temperaturas de hasta treinta y dos grados bajo cero y con bombardeos diarios, custodiaron miles de paquetes con semillas hasta morir de inanición. Vaya por delante nuestro agradecimiento y admiración. Gracias a esta acción, a día de Hoy disponemos del banco de semillas de Vavílov bajo el rimbombante nombre de Jardín Botánico e Colegio de Investigación Panrusa Vavílov. Los centros Vavílov son las áreas de mayor diversidad de plantas cultivadas actualmente. Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y músico y escritor de Múltiples libros de divulgación.