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El pequeño invento que desencadenó el «Waterloo» de la antigüedad

Trafalgar, Waterloo, Stalingrado o bien Midway aparecen en el acervo popular Del mismo modo que Ciertas de las batallas más decisivas de la historia. Mucho menos famosa es Adrianópolis, una batalla en la que se enfrentó el pasado y el futuro, auspiciado por un invento que llegaría para quedarse. Una buena dosis de curiosidad, salpimentada con instinto y Además ingenio, es lo que ha permitido que el planeta haya avanzado. Gracias a esta fórmula mágica hemos conocido inventos tan revolucionarios De este modo como la rueda, el arado, el papel, la brújula, la pólvora o la máquina de vapor. Aunque, ninguno de ellos ha permitido un cambio tan drástico en la historia de la humanidad Al igual que el conseguido por el estribo. Esa pieza pequeña, habitualmente metálica, y de maneras muy diversas permite que el jinete se afiance a la montura Mientras cabalga, permitiendo luchar con más comodidad y, esto es clave, maximizando el impacto de la carga. La importancia de la caballería
Para entender su importancia tenemos que remontarnos a la antigüedad. Los primeros usos del caballo Al idéntico que protagonista indiscutible en el ámbito de batalla se lo debemos a Alejandro Magno. Acudieron célebres sus cargas de la Caballería de Compañeros, que hacían verdaderos estragos en las filas enemigas. Debido a ellas obtuvo victorias que aún resuenan en los libros de Historia: Issos, Gránico y Gaugamela. Siglos más tarde, ya en época romana, el caballo se dirigió importante Pero su protagonismo era secundario. Para Capital italiana la caballería no dejaba de ser una herramienta auxiliar, su confianza descansaba en la poderosa infantería pesada. Es más, al arranque las legiones romanas no contaban con caballería. No fue hasta la Segunda Guerra Púnica (hacia el 218 a. de C) en el horario se incorporaron las turmas –formadas por legionarios romanos- y las catervas –integradas por fuerzas auxiliares de guerreros de los territorios conquistados-. El papel de ambas quedaba reducido a las maniobras envolventes y de distracción. El año que cambió el mundo
El 9 de agosto del año 378 se generó la batalla de Adrianópolis –en la actual Edirne, Turquía-. Por una parte estaban los romanos, con el emperador Valente a el cuero cabelludo, por el otro los tervingios, un pueblo bárbaro que habitaba en las llanuras danubianas al oeste del río Dniéster. Numéricamente Los dos ejércitos estaban equilibrados, con unos veinte mil efectivos en cada bando. Sin embargo, los bárbaros asestaron una terrible derrota a las legiones romanas, un descalabro del que ya no se repondrían. Se puede decir que se dirigió el principio del objetivo de un planeta, de aquel mundo dominado por las legiones romanas. Adrianópolis se dirigió el «Waterloo» de la antigüedad. Una de las clave del triunfo, obviamente no la única, se dirigió la introducción de los estribos en la caballería. Parece que aquella niña pieza metálica no era producto de la invención de los tervingios, Sino más bien más bien que la habían adoptado de los greutungos –un pueblo de las estepas ucranianas– que, Por su lado, se lo habían copiado a otros pueblos de las mesetas centroasiáticas. Años a continuación, los hunos aparecieron en las estepas europeas saqueando, violando y quemando a golpe de estribo. Con la generalización de este invento surgió un nuevo modelo social en el Viejo Continente –la Edad Media– marcado por la caballería pesada. ¿Habrían podido subirse los caballeros medievales a sus monturas, revestidos con aquellas armaduras tan pesadas, sin la ayuda de los estribos? Una vez más la historia con mayúsculas tiene a minúsculos detalles De la misma forma que protagonistas. Pedro Gargantilla es médico internista del Centro médico de El Escorial (La villa de Madrid) y autor de Múltiples libros de divulgación.