Según la mitología griega, Gerión viajó el monarca más viejo del reino de Tartessos. Era un gigante de tres cuerpos, con sus respectivas cabezas y extremidades, que residía en la isla Eritea, se correspondería a la vigente Cádiz, en compañía de un perro de dos cabezas llamado Ortro. La verdad es que debían de hacer una pareja de lo más importante. Parece que los rumores de la belleza de la princesa Pirene llegaron hasta el reino de los Tartessos y el gigante Gerión ardió en deseos de conocerla. De manera rápida quedó prendado de su hermosura en el horario la conoció. Al principio intentó seducirla Pero Cuando vio que era imposible decidió utilizar la fuerza bruta. Pirene huyó de las garras de Gerión y se escondió en una montaña rodeada de árboles. Tal y como el gigante era incapaz de descubrirla generó un gran incendio con la esperanza de que saliera. Pirene prefirió morir asfixiada Ya antes que padecer las vejaciones del gigante. La noticia alcanzó a oídos de Hércules que intentó por todos los medios de rescatar la vida de la jovencita, Pero todo se dirigió infructuoso, tan Sólo le restó enterrarla entre aquellos bosques y levantar una mole de piedra que la recordara. Desde ese instante a aquel gran túmulo funerario se le conoce Del mismo modo que Pirineos. Poco acto seguido, en el contexto de su décimo trabajo, Hércules luchó en contra de el gigante Gerión, al que terminó quitándole la vida Después de lanzar una flecha emponzoñada con el veneno de la Hidra. El mal de los deshollinadores
El escritor griego Estrabón (63 a. de C – 24 d. de C) dedicó el libro III de su Geografía a la península Ibérica. Allí recoge que El nombre de Pirineos deriva de pyros –en griego fuego-, justificando La denominación por un enorme incendio que quemó todos y cada uno de los bosques de la región. En el proceso de combustión de un incendio de tal envergadura se debió producir gran cantidad de alfa-benzopireno, un hidrocarburo insoluble en agua, que se sucede Después de la condensación de cinco anillos de benceno. Las primeras moléculas de esta familia fueron descritas allá por el siglo XIX por el alemán Agust Kekulé. Se cuenta que el descubrimiento se dirigió fruto de la serendipia Tras sufrir una pesadilla en la que aparecía una serpiente que se mordía la cola. Kekulé realizó una paralelismo y También intuyó una predisposición química anular, en la que se unían seis átomos de carbono y seis átomos de hidrógeno (C6H6). El círculo «del benceno» se cierra…
Los benzopirenos se encuentran en todas partes, se liberan a la atmosfera A través de erupciones volcánicas o incendios de masas forestales, No obstante La mayor una parte de los benzopirenos que respiramos, comemos o bien bebemos se deben a la industria humana. Asimismo en la combustión de nuestras chimeneas, formando una parte del hollín. El oficio de deshollinador aparece magistralmente descrito en las novelas de Charles Dickens, una profesión mal pagada, peligrosa, sucia y cancerígena, Pero totalmente necesaria en la Europa del siglo XVIII. Se dirigió el cirujano inglés Percival Pott (1714-1788) el primero en asociar ese trabajo con la presencia de cáncer en la piel del escroto. Esta descripción se dirigió la primera asociación entre cáncer y enfermedad profesional de la Historia de la Medicina. A partir de entonces no hemos dejado de investigar y actualmente sabemos que los benzopirenos tienen un efecto gatillo que dispara el oncogen, causando, Después de una ingesta prolongada y crónica, la aparición de procesos neoplásicos. Conforme un trabajo publicado hace algunos años en la prestigiosa revista New Scientist el benzopireno, a su vez, se halla en el humo del incienso; una sustancia que fue considerada el aroma de los dioses y que los griegos usaban con profusión en fiestas, espectáculos de teatro, banquetes privados, Olimpiadas… En la Edad Antigua fueron los fenicios los cuales comerciaron con incienso a lo largo y ancho del Mediterráneo. Acudieron precisamente ellos los que fundaron Gadir, la vigente Cádiz, cara 1.100 a. de C. Lo realizaron en las proximidades de un antiguo reino que basaba su economía en la agricultura y la ganadería… ¡El reino de los tartesos! M.Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Centro médico de El Escorial (Madrid) y autor de Múltiples libros de divulgación
