A principios de abril, en pleno apogeo de la pandemia de coronavirus en Europa, el sismólogo del Observatorio Real de Bélgica Thomas Lecoq publicaba en Nature un estudio en el que informaba de que la paralización de las actividades humanas estaba teniendo una consecuencia inesperada: la reducción de las vibraciones de la Tierra. Acto seguido, Lecoq y su elenco han liderado, junto a cinco instituciones científicas internacionales, entre ellas el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), una investigación más extensa, en la que se confirma que las diversos medidas adoptadas para detenerse la expansión de la pandemia han dado sitio al “silencio sísmico” más largo y pronunciado de toda la historia registrada de la Tierra. El nuevo estudio se termina de publicar en Science. La investigación dijo lo cual Lecoq ya anticipaba en abril y las capturas de miles de ciudades desiertas hacían suponer: el “ruido sísmico” ocasionado por las actividades humanas se dirigió más pronunciado en las zonas más densamente pobladas. Esa inusual tranquilidad, Asimismo, permitió a sismólogos de todo el planeta captar las señales de terremoto más débiles, Por norma general ocultas por el trasiego de los humanos, lo que nos ayudará a diferenciar con más precisión que nunca el explosión sísmico natural del provocado por nuestras actividades diarias. “Sabemos que la actividad humana desencadena vibraciones que se propagan por el suelo -explica Jordi Díaz, investigador del CSIC en el Instituto de Geociencias de Barcelona-, y que el origen de las vibraciones con frecuencias entre 1 y 15-20 Hz registradas por los sismómetros de manera más o bien menos continua está relacionado con el tráfico, los trenes o bien la actividad industrial, entre otros muchos. Por eso, en este estudio hemos recopilado una gran volumen de información sísmicos de prácticamente 300 estaciones de registro distribuidas por todo el planeta y hemos analizado las variaciones de energía en esa banda de frecuencias Desde cuatro meses Antes del comienzo del confinamiento hasta la actualidad”. El llamado estruendo sísmico es ocasionado por vibraciones que viajan por el interior de la Tierra en manera de ondas. Esas ondas pueden ser provocadas por terremotos, volcanes, bombas… No obstante De la misma forma por el tráfico, los fabricantes y otras maneras en que se manifiesta la incesante y prosigue actividad humana. Sin precedentes en la historia
La caída del explosión sísmico causada por humanos en 2020 es algo que no tiene anteriores. La mayor reducción, Al idéntico que es lógico, se generó en las áreas urbanas, Sin embargo el estudio De la misma forma Halló sutiles cambios en sensores enterrados a cientos de metros bajo tierra y en las áreas más remotas y despobladas del mundo. En general, el explosión antropogénico (causado por el hombre) se amortigua Durante los periodos más tranquilos del año, Del mismo modo que las fiestas de Navidad o bien el Año nuevo chino, De este modo como A lo largo de las noches de cada fin de semana. Aunque, la caída observada A lo largo de el confinamiento ha eclipsado por completo cualquier registro previo. Para recopilar los datos, los científicos analizaron las mediciones de una red global de 268 estaciones sísmicas de 117 países, y localizaron reducciones significativas de estruendo con respecto a las normales en periodos de baja actividad en 185 de esas estaciones. Empezando por China a finales de enero y siguiendo por Europa y el resto del planeta en marzo y abril, los estudiosos fueron siguiendo la “ola” de calma hasta mayo a medida que las distintas regiones del globo iban tomando medidas para atajar la pandemia. Las mayores reducciones se hallaron en ciudades Al igual que Singapur o bien Nueva York, Sin embargo Asimismo se observaron caídas del ruido sísmico en áreas remotas Del mismo modo que la Selva Negra en Alemania o la de Rundu, en Namibia. Los sismómetros privados, que tienden a medir el explosión en puntos más concretos, Notaron grandes caídas alrededor de las universidades y escuelas, A veces hasta un 20% mayores que las observadas A lo largo de las vacaciones escolares. En países De La misma manera que Barbados, donde el bloqueo coincidió con la época turística, el explosión sísmico disminuyó hasta en un 50%. El ruido que no cesa
Durante las últimas décadas, el ruido sísmico ha ido aumentando en todo el mundo al mismo ritmo en que crecían las poblaciones y las actividades económicas. De ahí que, el confinamiento y el cese de a mayoría de las actividades han brindado una situación única para estudiar sus impactos ambientales, entre ellos la reducción de emisiones y niveles de contaminación de la atmosfera. Pero ese parón global También ha dado a los sismólogos una oportunidad sin anteriores para escuchar las vibraciones naturales de la Tierra sin las distorsiones del aporte humano. El estudio, por servirnos de un ejemplo, explica que A lo largo del periodo de calma ha sido posible oir las primeras y Todavía débiles señales de un terremoto en ciernes, anteriormente ocultas por el incesante estruendo de fondo. Aprender a distinguir entre ambas podría representar que en el futuro seremos capaces de advertir con mucha más precisión sobre la inminencia de un desastre natural. El propio Lecoq asegura que “con el crecimiento de la urbanización y el aumento de las poblaciones mundiales, cada vez más personas vivirán en zonas geológicamente peligrosas. Por lo tanto, es más fuerte que nunca poder distinguir entre el explosión sísmico natural y el ocasionado por el hombre. Esta investigación podría ayudar a colocar en marcha todo un nuevo ámbito de estudio”.
