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Elisabeth Eidenbenz, la enfermera que salvó la vida de cientos y cientos de niños y embarazadas españoles

La Segunda Guerra Mundial está plagada de experimentos nazis, injusticias, asesinatos y toda clase de historias que tiñen las páginas de negro. En esa época, Por vez primera, los doctores no dudaron en atravesar la línea del mal y despedazar de forma flagrante su juramento hipocrático. Sin embargo, Por fortuna, Asimismo hay personajes que enderezaron los renglones torcidos, De esta forma tal y como fue la ocasión de la historia de la maternidad de la ciudad de Elna. Refugiados españoles en Francia
Entre finales de enero y mediados de febrero de 1939 llegaron al sur de Francia medio millón de refugiados españoles que huían de las tropas sublevadas españolas. Bajo aquella bóveda azulada buscaban el cobijo del gobierno francés. Si es que bien, enorme una parte de aquel ejército de las alpargatas terminó ingresando en el ámbito de concentración francés de Argelès-sur-Mer. Sabemos que, entre las alambradas y el piélago, estuvieron aprehendidos hasta ochenta mil españoles. Entre los refugiados había ancianos, adultos, niños… y embarazadas. Todos ellos sufrían La carencia de higiene, una pésima alimentación, un frío terrorífico y enfermedades propias del hacinamiento. La disentería, la neumonía, la tuberculosis y la fiebre tifoidea acamparon a sus anchas; infecciones a las que se agregaron la tiña y la sarna. Tampoco faltaron las úlceras cutáneas y de las vías respiratorias generadas por las tempestades de arena. Mortalidad perinatal cercana al 95%
Cuando llegaba el momento del parto las gestantes eran forzadas a parir entre la paja de los establos. Pocos días después, sin esperar la más mínima recuperación, madre e hijo regresaban junto al resto de los refugiados. No era del todo infrecuente que las parturientas enterrasen a los recién nacidos en la arena para protegerlos del viento de tramontana que sopla en esa región del sureste francés o darles de beber agua del mar frente La carencia de biberones. Todos estos data permiten explicar por qué la mortalidad infantil en Argelès-sur-Mer alcanzó a lograr al noventa y cinco por cien. La maternidad de Elna
Elna es una localidad francesa de apenas siete mil residentes que se halla enclavada en la zona de Languedoc-Rosellón, apenas a diez minutos en coche de Perpiñán. Entre 1939 y 1945 se dirigió sede de una maternidad improvisada en donde nacieron casi seiscientos niños cuyas madres eran refugiadas españolas. Este oasis de sentido común se montó en el castillo de d´En Bardou, un edificio construido en 1900 y que a finales de la década de los treinta permanecía abandonado. La Cruz Roja Internacional se encargó del suministro de alimentos (leche condensada, queso, conservas, harina, arroz, biberones y medicinas), en los huertos de la maternidad se cultivaron verduras y frutas, y el centro dispuso de tres enfermeras en plantilla fija. A esto hay que incorporar una comadrona y un doctor que ayudaban de forma eventual. El resto del elenco lo formaban mujeres voluntarias. Sabemos que la media de partos mensuales en la maternidad de Elna viajó de una veintena y que contó con cincuenta camas distribuidas en habitaciones de cuatro a ocho camas. Quizá una de sus singularidades era los nombres de las habitaciones: Barna, Bilbao, Madrid, Sevilla, Zaragoza, Santander, Marruecos, Polonia, Suiza y París. La artífice de este milagro fue una maestra y enfermera suiza –Elisabeth Eidenbenz (1913-2011)–. Su osadía y tenacidad salvaron la vida de más de un millar de personas. Terminada el enfrentamiento, en el horario los cronistas se acercaban a entrevistarla y conocer los prolegómenos de la historia, con la humildad propia de los grandes seres humanos, se limitaba a responder: «Yo únicamente cumplía con mi deber». M. Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (La capital española) y autor de Múltiples libros de divulgación.