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Criptobiosis, la «resurrección biológica»

A lo largo de miles de años los chamanes consideraron a la rosa de Jericó (Anastatica hierochuntica) De La misma manera que una planta mágica. Probablemente en algún momento alguna persona observó que en el momento el tiempo era seco la planta permanecía completamente cerrada, aletargada. Por el contrario, en el horario había humedad se abría con lentitud y revivía De exactamente la misma forma que el ave fénix. Es más, ante la proximidad inminente de lluvia la planta se volvía inmensamente vistosa. Esta singularidad se debe a que este vegetal tiene propiedades higrométricas (del latín higro, humedad, y mts, medida), lo que permitía al brujo adivinar, frente los ojos de los profanos, los cambios climatológicos con relativa sencillez. Este proceso de secado y reverdecer de la rosa de Jericó es reversible y se puede repetir muy frecuentemente. A nivel molecular, esta capacidad se tiene que a la presencia de un azúcar disacárido –trehalosa- que está implicado en los mecanismos de criptobiosis. Larga vida a los criptobiontes
La criptobiosis es un proceso biológico que llevan a cabo algunos organismos En el momento en que se encuentran en condiciones adversas, son capaces de detener su actividad metabólica de modo que no se reproducen ni se desarrollan hasta la fecha en que las condiciones reviertan. Este mecanismo de adaptación lo poseen, entre otros, los quistes embrionarios de crustáceos, rotíferos, nematodos y tardígrados, De este modo Del mismo modo que las bacterias y ciertos tejidos vegetales. Actualmente se distinguen cuatro tipos diversos de criptobiosis, en función de la ocasión ambiental extrema a la que se tenga que enfrentar el ser vivo: anhidrobiosis, criobiosis, anoxibiosis y osmobiosis. La anhidrobiosis se sucede Una vez que el ser vivo se somete a un periodo largo de desecación, en el cual puede llegar a perder más del noventa y cinco por cien de su agua corporal. La criobiosis deja a los organismos sobrevivir a la congelación, para ello Necesita que la velocidad de enfriamiento sea lenta, de manera que se pueda evitar la cristalización de líquidos que, de manera contraria, dañaría los tejidos internos de manera irreversible. Si es que los niveles de oxígeno ambiental son muy bajos o inexistentes se afirma que existe anoxibiosis y, Finalmente, los animales que experimentan la osmobiosis se someten a una enorme concentración salina. El secreto de la vida está en un Sólo azúcar
Volviendo a la trehalosa. Este disacárido es insípido, transparente, se encuentra presente en los champiñones y en algunos géneros de miel, y está formado por dos moléculas de glucosa unidas por enlaces 1-alfa-1-alfa. La trehalosa puede reemplazar al agua y actuar Tal como estabilizador molecular formando puentes de hidrógeno con las membranas y preservando las estructuras celulares. Gracias a esta propiedad ciertos organismos que acumulan en su interior trehalosa pueden permanecer deshidratados Durante años, en espera de la llegada de una estación lluviosa. Para terminar, una curiosidad. Existe una enfermedad muy poco famosa que se denomina intolerancia a los champiñones y que es debida a La falta de la enzima trehalasa –la encargada de desdoblar la trehalosa en dos moléculas de glucosa- en el intestino delgado de los humanos. Las personas que sufren esta dolencia son incapaces de digerir los champiñones, de manera que la trehalosa está pasando al intestino grueso, en donde es fermentada por las bacterias, produciendo gases, malestar abdominal, diarrea… En esta situación el secreto de la vida se convierte en un Solo verdadero suplicio. M.Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Centro médico de El Escorial (La capital de España) y autor de Varios libros de divulgación.