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El aislamiento social, tan duro para el cerebro Al afín que el hambre

La pandemia del SARS-CoV-2 ha demostrado la necesidad imperiosa de comunicación de los seres humanos. Aislados en nuestros hogares por el confinamiento o por el miedo al virus, hemos recurrido a las plataformas de videollamadas o a las redes sociales Al idéntico que un náufrago Lo hace a una tabla de salvación, Si bien en un Sólo caso así fuera virtual. Estudiosos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge (EE.UU.) han estudiado de qué forma se representa en el cerebro ese deseo de contacto social y han descubierto que, pasadas apenas diez horas de soledad, los individuos responden a La carencia de relaciones sociales de exactamente la misma forma que frente un ayuno. El requerimiento de compañía y la de alimento activan exactamente la misma área cerebral, dicen. En un curioso experimento, los investigadores pidieron a un conjunto diverso de adultos de entre 18 y 40 años que pasaran diez horas en una habitación de un laboratorio sin ningún contacto social. Acto seguido, sus cerebros acudieron escaneados Mientras observaban imágenes de sus actividades sociales favoritas. Otro día, se solicitó a exactamente las mismas personas que ayunaran Durante toda la jornada. Igualmente, al acabar se escanearon sus cerebros Mientras que veían fotos de sus platos favoritos. Sustancia negra
Los estudiosos examinaron específicamente una zona del cerebro: la sustancia negra, perteneciente a los ganglios basales, considerado el núcleo de nuestro sistema de motivación. «Encontramos que esta área del cerebro respondió de manera afín luego del ayuno y acto seguido del aislamiento: Cuando las personas estaban aisladas, la sustancia negra mostraba una mayor actividad en respuesta a las imágenes de otras personas (y no a los alimentos), Sin embargo en el horario estaban en ayunas, mostraba mayor actividad en contestación a imágenes de comida (y no a imágenes sociales)», explica a este periódico Livia Tomova, del departamento de Ciencias Cerebrales y Cognitivas del MIT. La volumen de actividad que el elenco Encontró en la sustancia negra se correlacionó con cuántas ganas decían las personas que tenían de comida o contacto social. Posteriormente, los estudiosos utilizaron un algoritmo de aprendizaje automático para identificar cómo se ven las señales neuronales de una persona hambrienta que mira imágenes de alimentos. Ahora, «mostraron» al algoritmo las señales cerebrales de una persona solitaria mirando imágenes de otras personas y preguntaron a la inteligencia artificial si podía diferenciarlas de las señales de control. Lo hizo a la perfección. «Esto sugiere que hay una firma neuronal compartida entre el anhelo de comida y el deseo de contacto social», asevera la investigadora. «Nuestros resultados apoyan la hipótesis de que en nuestro cerebro el hambre, una de las necesidades humanas más básicas, y la soledad están representadas de maneras muy afines. Esto sugiere que conectarse socialmente Además podría ser una necesidad humana básica», concluye Tomova. Salud mental ante al Covid-19
El aislamiento ha sido una de las medidas adoptadas en contra de el Covid-19 en muchos países, Sin embargo el estudio, publicado en «Nature Neuroscience», sugiere que nuestro cerebro es muy sensible a esa experiencia. «En tiempos de alejamiento social, es posible que debamos prestar fuerte atención al bienestar y la salud mental de los ciudadanos que poseen que pasar tiempo en aislamiento», indica la investigadora. De exactamente la misma forma que recuerda, «si bien muchos están con sus familias o bien se mantienen conectados Mediante las redes sociales, no todos tienen la posibilidad de hacerlo. Algunos viven solos y tienen un acceso restringido a las tecnologías digitales. Esas personas pueden sentir una versión muy extrema del distanciamiento social que podría afectar su salud mental».