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Algo desconocido está calentando a Ciertas estrellas muertas

El Sol vivirá unos 9.000 millones de años y al final de sus días quedará convertido en una enana blanca, un núcleo estelar desprovisto de su envuelta y que irá disipando su calor residual, aún brillante Sin embargo absolutamente incapaz de experimentar reacciones de fusión nuclear. De la misma forma hay estrellas que viven mucho menos, También que las gigantes azules, que duran decenas de millones de años, y otras que viven mucho más, Del mismo modo que las enanas rojas, que queman su combustible tan lentamente que vivirán billones de años, más que la edad del universo. Lo interesante de estudiar la vida y muerte de todo tipo de estrellas es que no Sólo se aprende sobre cómo es la evolución de la galaxia y del universo, Sino más bien De la misma forma sobre la materia y las reacciones de fusión nuclear que ocurren en su corazón. Recientemente, una investigación publicada en «The Astrophysical Journal Letters» ha analizado cuál podría ser la fuente de calor de las enanas blancas de la rama Q. Estos objetos se caracterizan por enfriarse mucho más lentamente que otras enanas blancas, Del mismo modo que si es que hubiera una fuente de calor adicional, No obstante se ignora de qué se puede tratar. Esta semana, se ha descartado una de las explicaciones: el isótopo 22 del neón, (recordemos que un isótopo es un átomo de un elemento químico con un número distinto de neutrones en su núcleo). ¿Qué calienta a las enanas blancas?
Las enanas blancas son cadáveres estelares muy densos y muy calientes, que rondan temperaturas de hasta 100.000 ºC, que pueden disponer el tamaño de un mundo Así tal y como la Tierra. Dado que su superficie es comparativamente niña, tardan tanto en enfriarse Del mismo modo que la edad del universo. Dentro de estas, las de la rama-Q, se calientan aún más despacio, con un retraso de cerca de de 8.000 millones de años. En un artículo publicado el año pasado, se planteó que la causa podría ser que en su corazón hubiera átomos que sirvieran Al igual que fuente de energía de reserva: en concreto, de neón 22. Estos se encontrarían en las capas externas, Sin embargo se hundirían hacia el interior, permitiendo la generación de más calor. En seguida, un artículo, liderado por Matt Caplan, estudioso de la Universidad de Illinois, USA, puso a prueba esta idea, con simulaciones, y ha descubierto que no es posible, Según ha informado Michelle Starr en «Sciencealert.com». De forma fácil, las simulaciones exhiben que la velocidad de migración de estos átomos es demasiado baja, y los microcristales de neón 22 que se formarían son inestables en las condiciones que se proporcionan en las enanas blancas. La explicación: ¿el hierro o el neón?
Gracias a diagramas de fase, donde se representa el estado físico (sólido, líquido, gaseoso, etc) de una sustancia bajo Ciertas presiones y temperaturas, observaron que a fin de que fuera posible que el neón calentase las estrellas hasta el punto observado, debería ser el 30% de la masa de éstas. En general, constituyen el 2% de las enanas blancas más frecuentes. Por ende, han concluido que este isótopo no puede explicar la existencia de esta rama Q de enanas blancas y su retraso en el enfriamiento. Si bien, los resultados siguen sugiriendo que algún mecanismo desconocido está calentando estas estrellas. ¿De qué se podría tratar? Conforme los creadores del artículo, una posible explicación es un exceso de hierro: una composición del 0,1% bastaría para producir un calentamiento considerable. Una concentración de hasta un 1%, ralentizaría el calentamiento miles de millones de años. Por ende, los estudiosos han recomendado valorar el hierro en la composición de las enanas blancas y hacer simulaciones y diagramas para analizar si es que es factible que sea la fuente de calor desconocida. Matt Caplan es Asimismo el músico y escritor de un artículo donde hizo cálculos aún más espectaculares, para predecir cuánto tiempo pasará hasta la fecha en que ocurra la última supernova, y el universo inicie su decadencia para convertirse en un Solo lugar frío y oscuro hasta la eternidad.