Ir al contenido

Las diatomeas, las «Sherlock Holmes» del mundo microscópico

Puede parecer evidente que una persona encontrada en el agua haya muerto por ahogamiento. Aunque, y tal y De este modo tal como diría Sherlock Holmes, nada resulta más engañoso que un hecho evidente. Aquí es precisamente donde tiene mucho que decir la ciencia forense, un ámbito apasionante de la biología, en importante en el horario se puede hacer uso de vestigios microscópicos a los cuales es ajeno el causante del crimen. Uno de estas trazas biológicas son las diatomeas. Si es que hacemos caso al Diccionario de la Real Academia Española, una diatomea es un alga unicelular que vive en el mar, en agua dulce o en tierra húmeda, y que tiene un caparazón formado por sílice (dióxido de sílice hidratado) y una capa interna de pectina. Las cubiertas externas se denominan frústulos y suelen estar formadas por dos valvas de tamaño desigual que se disponen a modo de caja. Actualmente se incluyen en el reino protoctista y se considera que hay entre veinte mil y dos millones de especies en nuestro planeta. Su tamaño oscila entre las veinte y las doscientas micras. En el momento las algas mueren todo el contenido orgánico se destruye, excepto el esqueleto de sílice, que se deposita en el fondo de las aguas, allí manera, al cabo de Varios siglos, grandes depósitos de algas fosilizadas conocidos Del mismo modo que «tierra de diatomeas». Estos depósitos cumplen una doble función, por una comunicado, son unos formidables insecticidas naturales, por otra, tienen una gran riqueza en minerales y oligoelementos. A nivel industrial tienen muchas utilidades, Desde piletas de natación hasta suplemento nutricional para el ganado, pasando por cremas exfoliantes, pinturas antideslizantes o fabricación de dinamita. Diagnóstico de homicidio por sumersión
A los forenses lo cual en realidad les interesa es su valor Al idéntico que bioindicador. Esto es Debido a que estos microorganismos no se alteran ni se destruyen por fenómenos cadavéricos y persisten en el cuerpo A lo largo de un tiempo muy prolongado. El diagnóstico de la muerte de sumersión –ahogamiento húmedo- se basa en datos etiológicos, anatómicos y biológicos, entre los que las diatomeas juegan un papel crucial. Las diatomeas son inhaladas Una vez que el agua entra en el organismo, Después de la hiperventilación reactiva y A lo largo de los movimientos inspiratorios agónicos. Los fragmentos pasan a el tránsito general A través de la ruptura que se genera en las paredes alveolares del pulmón y A partir de allí llegan hasta el hígado, el cerebro, los riñones y la médula ósea, en donde pueden ser encontradas A pesar de que el cuerpo se encuentre en avanzado estado de descomposición. Si bien, en aquellos casos en los que el cadáver se dirigió arrojado al agua, las diatomeas tan Solo se depositan de manera pasiva en el aparato respiratorio y no alcanzan ningún otro órgano. La hacia B del «test de las diatomeas» A pesar de sus muchas ventajas, la botánica forense Además tiene sus limitaciones. Por una comunicado, están los falsos negativos, Ya que la ausencia de diatomeas en el estudio del cadáver no permite excluir indefectiblemente una muerte por sumersión. a su vez, y esto es importante, es exacto recoger una muestra del agua donde se Halló el cadáver de forma inmediata, Gracias a que las algas viajan con la corriente y si la muestra se toma con retraso se podrían encontrar diatomeas que se desplazaron A partir de otro lugar. Y es que, Al afín que el resto de los estudiosos criminales, los botánicos forenses deben conservar y documentar sus pruebas con mucho cuidado para asegurarse que sus interpretaciones sean válidas. Si la deducción lógica sigue sus cauces, al terminante se podrá decir aquello de «elemental, querido Watson». M. Jara Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (La capital española) y cantautor de Múltiples libros de divulgación.