Durante siglos la dieta de los marineros carecía casi por completo de vitaminas, lo que unido a la humedad, La carencia de sueño y las largas travesía hacía que las enfermedades fuesen consideradas Al igual que el más terrible de los enemigos a bordo. Una de las dolencias que más vidas se cobraba era la enfermedad de los marineros, Además conocida En este sentido tal y como la peste del mar, provocada por el déficit de vitamina C. Aparecía Desde dos meses de navegación, provocaba un debilitamiento progresivo, sangrado de encías, hematomas, úlceras, hemorragias aproximadamente graves y, Finalmente, el fallecimiento del enfermo. El 1er ensayo de la historia
El 20 de mayo de 1747 el médico escoces James Lind (1716-1794), a bordo del Salisbury, y con doce enfermos con esta avitaminosis a bordo decidió realizar el primer ensayo clínico. El galeno nos cuenta que «…todos tenían las encías podridas, manchas en la piel, lasitud y debilidad de las rodillas…». Su experimento consistió en incorporar algunos suplementos dietéticos a su maltrecha alimentación. Dos de los enfermos recibieron diariamente un 4TO de galón de sidra tres veces al día, otra pareja dos cucharadas de vinagre tres veces al jornada, dos de los más graves media pinta de agua de mar, otros dos recibieron un limón y dos naranjas por jornada, dos más 25 gotas de elixir de vitriolo tres veces al día y Los dos enfermos que quedaban semilla de nuez moscada tres veces al jornada, junto con una mezcla de ajo, bálsamo de Perú, resina de mirra y semilla de mostaza. Al cabo de seis días los únicos enfermos que visiblemente habían mejorado eran a los que les había tocado en suerte los cítricos, hasta el punto de estar en condiciones de reincorporarse a las tareas propias de la navegación. Seis años entonces Lind publicó un libro titulado ‘Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto’ en donde subrayaba que el experimento era la demuestra irrefutable de la eficacia de los cítricos en el procedimiento de la enfermedad de los marineros. La mafia siciliana
A partir de 1795 la Royal Navy hizo completar las bodegas de sus navíos con cítricos. Conforme las estadísticas de la marina inglesa la mortalidad avanzó del 83% entre los años 1776-1780 al 33.3% en el bienio 1810-1812. Esta iniciativa, que se dirigió copiada por a mayoría de las marinas del mundo, produjo un duro impacto en la reclama de cítricos, en fuerte en la de los limones (Citrus limon), una fruta que tiene una elevada volumen de vitamina C. El limón tiene su origen en Asia, tal vez en la India, y viajó introducida en la cuenca Mediterránea por los árabes, alrededor de mil años atrás. Sicilia se dirigió uno de los lugares en donde mejor arraigó su cultivo, hasta el punto que en el siglo XV la bahía de Palermo era conocida De este modo tal y como la ‘cuenca de oro’, por el destello que producían los rayos del sol sobre los centenares de árboles frutales que allí había. De la noche a la mañana los limonares sicilianos se convirtieron en uno de los campos agrícolas más rentables de todo el antiguo continente. Para que nos hagamos una idea del pujante comercio que se creó, en 1834 se exportaba 400.000 cajas de limones Desde esta isla italiana, una cantidad que se elevó en medio centenar años a 2.500.000. Las altas ganancias sumadas a un estado débil, una pobreza generalizada y un bajo nivel de confianza interpersonal propició la aparición de un nuevo intérprete, un intermediario entre productores y exportadores capaz de defender la explotación del acoso de la delincuencia. Este mediador no era otro que la mafia. Los primeros mafiosos eran los capataces y los guardias de las fincas, a los que se sumaron pequeños comerciantes y algunos terratenientes. En el siglo XIX Palermo se constituyó en el primordial abastecedor de cítricos de EEUU, abriendo un canal de comunicación que daría mucho que platicar. Pedro Gargantilla es médico internista del Sanatorio de El Escorial (La villa de Madrid) y músico y escritor de Varios libros de divulgación.