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¿Somos libres para decidir? Esto es lo que afirma la neurociencia

Imagine que este fin de semana debe elegir entre ir al teatro acompañado de un grupo de amigas y amigos o bien ir a cenar con un grupo distinto. La Resolución que tome dependerá del interés de la álbum que se estrena o bien de la calidad de la comida que le ofrecen, De este modo De La misma manera que del aprecio que sienta por unos u otros. Eso sí, los dramas no le gustan y tampoco es fan de las paellas. Al terminante, va a dejar pendiente la elección hasta saber a qué grupo se incorpora esa persona tan importante para usted. ¿Es esta una Decisión disponible o bien mediatizada? Semeja que hay muchos condicionantes, a favor y en en contra de, del camino a continuar. En realidad, su Resolución sería absolutamente disponible si un día se inclinase por una actividad y otro por la opuesta. Pero, ¿cuándo se darán exactamente las mismas exactas circunstancias? En la práctica, nunca. Ese es uno de los problemas de lo cual se entiende, en sentido estricto, por disponible albedrío: la capacidad de tomar decisiones distintos ante exactamente las mismas condiciones ambientales, sociales, individuales y emocionales. A este problema se une lo ya apuntado por filósofos De exactamente la misma manera que Spinoza y Schopenhauer: una persona puede hacer lo que quiera, Sin embargo no elegir lo cual quiere. ¿Sabe acaso por qué le agradan las comedias y no los dramas, o las tortillas y no las paellas? ¿Estamos predeterminados a lo cual decidimos? Para estos filósofos parece que sí, Sin embargo evidentemente no para todos. La batalla del determinismo tiene También un sustrato religioso. Por poner un ejemplo, los jesuitas defendían en su instante que el disponible albedrío era necesario para poder lograr la salvación. Los jansenistas y protestantes creían en la predestinación, por lo cual uno poco podía hacer en ese caso. La neurociencia entra en escena
Esta batalla acerca de la libertad de elegir se ha extendido a nuestros días y alcanzado el quehacer de los neurocientíficos. Desde Platón y Descartes se asume que el ser humano está compuesto de materia y espíritu y que, En tanto el 2do se ocupa de las funciones más nobles De esta manera como aprender, amar y decidir, el primero Lo hace de tareas más burocráticas Del mismo modo que comer, andar y picar piedras. Incluso los expertos en derecho penal ven bastante difícil aplicar los conceptos de responsabilidad y culpabilidad a resoluciones capturadas por una estructura material Como es nuestro cerebro. En la actualidad, la inmensa mayoría de los neurocientíficos aceptamos que es nuestro cerebro el que ocasiona y regula lo cual hacemos y lo cual pensamos. O sea, comportamientos, deseos, recuerdos, emociones y pensamientos dependen de la actividad de porciones específicas de nuestro cerebro. Si es que para ver hace falta la retina y partes definidas de la porción más posterior del cerebro, llamada corteza visual u occipital, para tocar el piano hace falta la actividad coordinada de porciones específicas de las cortezas parietal, prefrontal y motora y De esta manera para todas y cada una y cada una de las demás actividades que hacemos, sentimos o pensamos. ¿Cómo ocurre la actividad consciente, en otros términos, aquella que nos permite percibir el planeta exterior, adquirir conocimientos y tomar decisiones? A objetivo de cuentas, todo esto subyace al proceso de decidir, de elegir lo que uno quiere hacer. En primer sitio, enorme comunicado de la actividad cerebral ocurre de manera inconsciente. Le pongo Tal como ejemplo un experimento efectuado por nuestro grupo. Cuando vemos una película estilo Hollywood, las imágenes se suceden de manera pausada con interrupciones espaciados Varios segundos. De este modo podemos proseguir las escenas percibiendo todo lo cual ocurre. Con los montajes típicos de la MTV el tiempo entre corte y corte es muy breve (no más de dos segundos) y, Aunque creemos que vemos todo lo que nos enseñan, la realidad es que no es De esta forma. Ocurre que, para que la información visual se haga consciente, la actividad cerebral tiene que lograr la porción más rostral del cerebro, el lóbulo prefrontal. En el horario las capturas se sustituyen de manera rápida la activación cerebral no llega al lóbulo prefrontal y no somos totalmente conscientes de lo cual se muestra. Incluso Así, tenemos la sensación subjetiva de que estamos viendo el contenido global del filme, No obstante es Gracias a una percepción subconsciente. Ese procesamiento subconsciente Además ocurre, en comunicado, Una vez que tratamos de decidir qué hacer: Desde elegir teatro o bien cena, hasta estudiar ingeniería o bien ciencias económicas Acto seguido de la Selectividad. Una elegante demostración de que la actividad cerebral precede a la actividad mental consciente es un experimento en el que se investiga la fecha ‘¡ajá!’, algo semejante al momento en que Arquímedes dijo ‘¡eureka!’. Decimos ‘¡ajá!’ Tal como sinónimo de ‘¡lo encontré!’ Una vez que hemos estado buscando la solución a un problema matemático, o a un dilema de otra índole y, de repente, semeja que se nos ilumina la mente y encontramos la solución. Ocurre que, en la ocación de que sea una cuestión lingüística, más de un segundo Ya antes de que digamos ‘¡ajá!’ se activan porciones específicas de la zona parieto-occipital y de la corteza temporal anterosuperior. Por presunto, nuestro estado consciente varía A lo largo del jornada Mientras que estamos activos, descansando, pensando en las musarañas o bien durmiendo. A cada una de esas situaciones corresponde una actividad cerebral determinada. No diga disponible albedrío, diga toma de decisiones
Por las limitaciones conceptuales indicadas más arriba sobre el libre albedrío, los neurocientíficos preferimos manejarnos con el más flexible concepto de toma de decisiones. Independientemente de que sean libres o determinadas, lo que interesa saber es qué ocurre en el cerebro Una vez que tomamos una Decisión determinada. No Solo las personas tomamos decisiones. Conforme en qué ocasión esté, un gato puede preferir buscar comida, buscar pareja o bien solamente dormitar. La elección de cualquiera de esas actividades ocurre Desde motivos internos de mayor o menor contenido emocional (hambre, impulso sexual, sueño) y están regidos de modo primordial, No obstante no único, por el lóbulo prefrontal, el cual regula la actividad requerida para satisfacer estas necesidades y las concluye en el instante se alcanza la recompensa deseada. Pero no se preocupe: no somos máquinas. Somos seres vivos con motivos internos que nos llevan a explorar y comprender el planeta que nos rodea y a nosotros mismos. Ojalá que para bien. José María Delgado Garcia es maestro emérito de Neurociencia, Universidad Pablo de Olavide Este artículo se dirigió publicado oroginalmente en The Conversation <img src=”https://counter.theconversation.com/content/159764/count.gif?distributor=republish-lightbox-advanced” alt=”The Conversation” width=”1″ height=”1″ style=”border: none !important; box-shadow: none !important; margin: 0 !important; max-height: 1px !important; max-width: 1px !important; min-height: 1px !important; min-width: 1px !important; opacity: 0 !important; outline: none !important; padding: 0 !important; text-shadow: none !important” />