Ir al contenido

Los altramuces, una superlegumbre con mala prensa

En medio siglos a los profesionales encargados de dirigir una nave se les llamaba pilotos. Para alcanzar el título era necesario superar un examen en el que se valoraba el conocimiento y manejo de las tablas de declinación solar, las reglas de la sombra producida por la luz solar al tomar su altura, las normas para tomar la altura del Sol, la determinación de la latitud por la altura meridiana, las normas para tomar la altura de la estrella Polar, la determinación de la latitud A partir de esta estrella, De este modo Al igual que el manipulación del astrolabio y del cuadrante. El tribunal que examinaba esta pléyade de conocimientos estaba formado por un piloto mayor y una serie de cosmógrafos. Después de la consabida ronda de preguntas cada uno de los miembros depositaba un haba o un altramuz en una urna. Si al final había más habas que altramuces se consideraba que el aspirante había aprobado, De lo contrario estaba suspenso. Eso sí, el error había de ser emitido con imparcialidad «sin odio ni afición». Visto esto, ¿cómo no van a contar mala prensa los altramuces? A pesar de su belleza y sus cualidades nutritivas los altramuces (Lupinus) son los segundos de los segundones, muy por detrás de algunos de sus cuñados más recientes, Del mismo modo que las habas, los fríjoles o bien las lentejas. Una legumbre denostada
El altramuz es una semilla oleaginosa, es decir, una legumbre de la que se puede sacar aceite, que se cultiva en la región del Mediterráneo. La planta florece en verano y presenta un tallo robusto y ramificado. Los colores de los pétalos varían A partir del blanco al azul intenso, con predominio de tonos azulados y rosados. Es precisamente esta belleza, unida a su resistencia, lo que hace que la planta se cultive y comercialice Al similar que elemento ornamental. La semilla del altramuz, También conocido Al similar que chocho o bien lupín, ha sido destinada tradicionalmente Al igual que alimento del ganado y, Gracias a su elevado valor nutricional, en épocas de carestía se ha utilizado para llenar el estómago de las familias más desfavorecidas. Esto es Debido a que los altramuces pueden ser considerados un ‘superalimento’, Porque en su composición existe una gran volumen de hidratos de carbono, proteínas de gran calidad y ácidos grasos insaturados. a su vez, los altramuces contienen fitosteroles que funcionan De exactamente la misma manera que antioxidantes. Útil para eludir las tentaciones del diablo
Esta legumbre De la misma forma tiene alcaloides del tipo quinolizidínico –el más habitual es la lupanina- que son los responsables de su sabor amargo característico. Por otra parte, tienen antinutrientes, o sea, inhibidores enzimáticos que impiden la correcta acción de las enzimas que descomponen los nutrientes a fin de que puedan ser absorbidos en nuestro intestino. Los altramuces tienen, concretamente, antitripsinas, que son las responsables del dolor abdominal y de la flatulencia. El efecto de los antinutrientes se elimina incrementando la temperatura. No obstante, suele quedar un valor residual inhibidor del 5-20%. Otra forma de suavizar la toxicidad del altramuz es dejándolo en remojo –en agua salada- Antes de ser consumido. A lo largo de la Edad Media los altramuces, Al igual que el arraclán, el rábano, el puerro, la betónica, el hinojo y los cárices formaban comunicado de la receta de un remedio infalible contra las tentaciones del demonio. La fórmula indicaba que había que poner todo ello con un tanto de cerveza y agua bendita, y que Ya antes que el enfermo la consumiese debía cantar tres veces: «Deus. In nomine tuo salvem A mí me fac». Pedro Gargantilla es médico internista del Centro médico de El Escorial (La capital de España) y autor de Varios libros de divulgación.