La situación en Sudán se ha vuelto cada vez más complicada, con el enfrentamiento entre el Ejército sudanés (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) por el control del país y sus importantes recursos naturales. A diferencia de otros conflictos como el ucraniano o el palestino, este conflicto es menos conocido pero igualmente devastador, ya que ha desencadenado una crisis humanitaria catastrófica, con millones de refugiados que buscan refugio en países vecinos como Sudán del Sur, Chad, Egipto y la República Centroafricana, donde se enfrentan a enfermedades y hambruna.
El ejército responde al presidente del Consejo Soberano de Transición, Abdel Fattah Abdelrahman Burhan, quien se encuentra al frente del Consejo Militar de Transición establecido tras la destitución de Omar al-Bashir. Por otro lado, los 100,000 combatientes de RSF son liderados por el vicepresidente, el general Mohamed Hamdan Dogolo, conocido como “Hemeti”. Ambas facciones han reclutado grupos minoritarios y tribus para luchar en la esperanza de obtener beneficios y proteger sus propios intereses. Sin embargo, estos combates están llevando a la rápida destrucción de las carreteras y las infraestructuras de comunicación y eléctricas. Los actos de sabotaje han dejado a regiones enteras del Sudán aisladas, y se estima que el 95% de la red de internet ya ha sido inhabilitada.
Las ONG presentes en el lugar informan de una situación dramática, con al menos 15,000 muertos, una cifra que seguramente subestima el número real de víctimas que han perdido la vida en un intento desesperado de huir de la violencia. La epidemia de cólera ya ha cobrado la vida de 300 personas, y hay numerosos informes de personas que han muerto de hambre. La mayoría de los hospitales que aún están abiertos carecen de medicamentos y a menudo de personal médico.
La ONU está intentando mediar entre las partes y ha convocado a ambas facciones a Ginebra, aunque aún no se ha establecido una fecha para las negociaciones. Mientras tanto, Burhan, quien se había refugiado con el gobierno y el Consejo Soberano de Transición en Port Sudan, ha regresado a la capital, Jartum, con el objetivo de enviar una señal política y restablecer el orden en las filas del ejército, que se encuentra bajo presión de las RSF y ha sufrido varias derrotas.
Burhan y Hemeti fueron aliados hasta el golpe de Estado de 2021 que destituyó a al-Bashir, pero ambos querían ser jefes de estado. Un acuerdo para poner fin a la guerra civil incluía la presidencia para Burhan, pero permitía a Hemeti mantener su ejército, lo cual generó un conflicto inevitable. En juego se encuentran los intereses de los Emiratos Árabes Unidos en el país, así como el control y el contrabando de recursos naturales, y sobre todo, los negocios no siempre legítimos de sus respectivos clanes. En 2021, Sudán se unió a los Acuerdos de Abraham promovidos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales, pero Hemeti prefirió mirar hacia Moscú, enviando a sus hombres para ser entrenados en Libia por la empresa de seguridad privada Wagner.
Este conflicto en Sudán sigue teniendo graves repercusiones humanitarias y amenaza con empeorar aún más si no se encuentra una solución pronta y duradera. Es necesario un esfuerzo conjunto de la comunidad internacional para mediar en el conflicto y garantizar la protección de los derechos humanos de la población afectada. Además, se deben abordar las causas subyacentes del conflicto, como la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos y las disputas por recursos naturales, a fin de establecer una paz duradera en Sudán y evitar futuros brotes de violencia.