Un estudio dirigido por estudiosos del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) en Barna, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), revela que una especie ignota y hoy día extinta de chimpancés vivió en la selva de África central hace cientos de miles de años y se apareó y tuvo descendencia fértil con los bonobos.
El equipo, dirigido por Tomàs Marquès-Bonet, estudioso primordial y directivo del IBE, ya descubrió que los bonobos y los chimpancés, las 2 especies que componen el género de los chimpancés (Pan), se habían cruzado dando sitio a descendencia, igual que lo hicieron los neandertales y los humanos modernos.
Ahora, en el trabajo publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, el conjunto de científicos ha identificado en el genoma completo de bonobos salvajes modernos la huella de una especie ancestral ya extinguida, que convivió con las 2 especies y se cruzó con los bonobos en la selva de África Central hace más de cuatrocientos años.
3 especies a riberas del Congo
Las TRES especies habrían vivido prácticamente en exactamente la misma zona a lo largo de millones de años, bordeando el río Congo. La inescrutable barrera del río crecido podría haber apartado a la especie ignota en algún instante, al tiempo que las temporadas de sequía habrían tolerado a las especies cruzarse entre ellas.
“La separación de poblaciones de monos ocasionada por la capacitación del río Congo hace 3,5 millones de años o bien a lo largo de siguientes periodos secos podría explicar la aparición de una población vieja diferenciada”, comenta Martin Kuhlwilm, estudioso postdoctoral y últimamente premiado con una beca Junior Leader "la Caixa" en el conjunto Comparative Genomics Lab.
“Lo que ahora queda claro es que la especie espectro ahora extinguida, que se apartó del antepasado común de chimpancés y bonobos hace entre 3 y 4 millones de años, se cruzó con los bonobos dando sitio a descendencia fértil hace más de cuatrocientos años”, agrega Kuhlwilm.
El equipo de investigación equiparó el genoma de cincuenta y nueve chimpancés y diez bonobos salvajes modernos, identificando pequeños fragmentos de ADN que no podían proceder de un cruce viejo entre las 2 especies conocidas o bien de una mutación azarosa. “Esos fragmentos debían venir de otra fuente”, comenta Marquès-Bonet, maestro de investigación ICREA en la UPF.
Para solucionar la encrucijada, el conjunto empleó técnicas estadísticas con un enorme poder predictivo, empleadas generalmente para identificar especies humanas extinguidas. “Los métodos empleados han servido previamente para identificar peculiaridades de neandertal en humanos sin precisar usar genoma neandertal”, señala Kuhlwilm. Los científicos no hallaron señales consistentes de este ADN espectro en los chimpancés, si bien los bonobos sí que mostraron estas zonas auténticamente diferentes.
“A través de esta información genética, podemos releer la historia de los macacos africanos y plantear que hubo una vez una tercera especie de chimpancé viviendo en la selva centro-africana”, resume Kuhlwilm.
El chimpancé espectro que no dejó rastro
Los macacos tienen su hábitat natural en los árboles de la selva tropical, con un suelo ácido donde la materia orgánica se descompone muy velozmente. La posibilidad de localizar fósiles de mono con ADN viejo conservado en la cuenca del Congo es remotísima, por esta razón. Esto contrasta con los muchos fósiles de homínidos preservados hasta la data, eminentemente en las grutas que estos habitaban.
Dada la ausencia total de fósiles de chimpancé, la información genética se vuelve vital para llegar a comprender de qué manera era este macaco espectro y exactamente en qué medida difería de los chimpancés y los bonobos. “Buscar el indicio de macaco ancestral en el genoma moderno de bonobo puede ser la única estrategia para descubrir o bien conocer esta población extinguida, tal y como si se tratase de un fósil genómico”, afirma Marquès-Bonet.
La investigación no ha revelado el papel que los fragmentos de ADN de chimpancé espectro han tenido en los bonobos, que suponen en promedio un 3 por ciento del total de su genoma. Incluso de esta forma, se estima que este cruce les podría haber concedido alguna ventaja evolutiva, y de ahí que los fragmentos se habrían preservado hasta la actualidad.
“Hay señales de que este cruce fortaleció el sistema inmunitario de los chimpancés, igual que cruzarnos con los neandertales fortaleció el nuestro”, apunta Kuhlwilm. Los estudiosos también han observado que el cruce de bonobos con la especie espectro podría haberles favorecido con una mayor adaptación a diferentes fuentes de comestibles.
Recientemente se ha comprobado que los chimpancés y los bonobos son los familiares más próximos del humano. “Por nuestro semejante con ellos, cualquier descubrimiento hecho en los mecanismos de adaptación y evolución de los bonobos podría tener repercusiones y charlar de la historia de los homínidos”, concluye Marquès-Bonet.
Referencia bibliográfica:
Martin Kuhlwilm, Sojung Han, Vitor C. Sousa, Laurent Excoffier and Tomas Marques-Bonet. "Ancient admixture from an extinct ape lineage into bonobos" Nature Ecology & Evolution; DOI: 10.1038/s41559-diecinueve-ochocientos ochenta y uno-7